La noche artera trata de convencer:
los amantes no son
como esa flecha
extendida en el aire libre,
no son como aquel film ajado
que te obliga a salir de la sala
y adentrarte en
una bruma densa.
No es que me queje del frío
o de estos pulmones por renunciar.
Me quejo del tiempo engañando
de pronto pertenecemos mudos
a los momentos en que fuimos
y todo lo que rodea se vuelve ilusión
somos una irremediable sombra.
La noche lleva tu aroma
y sólo tengo una bocanada de aire
como testigo.
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