martes, mayo 17, 2011

NEGRAS por ENRIQUE LIHN



Lucen como si alguno de sus dioses,
embullado, le diera por vaciarlas
a una todas en un mismo molde,
noche, el de tu belleza. La que hoy
—dice otra por reír— cayó del árbol:
ñata, pasuda, con su bemba, es
harina negra de un costal unívoco.
Contra la luna el galve de un trasero real,
cuerpo ético el tuyo, palma reina;
sutil, compacto enjambre de amorosas.
El cabello ¿no suena con el viento?
¿ La piel no endulza? Cauteriza
nuestra blancura tantas veces peste.
Parecería el corazón un fruto
según el caso venenoso o no
—Ay qué cosa más grande, caballero—
pero esto si probadamente mágico.
Y los ojos
que juegan a mirar luego se clavan
en plena vida, y este blanco soy,
este amoroso de tu noche, Habana.

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