III.
FINALMENTE, UNA BUENA DEDICATORIA
ES INDIRECTA (OÍDA AL AZAR, ETC.) COMO SI LA DONNA É
MOBILE DE VERDI FUERA UN POEMA GRABADO EN VIDRIO
Su amante de entonces -en rigor, lo que
él entendía por
[«amante»- era
francesa.
Unos amigos suyos me contaron que nunca se lavaba y que era
[proclive
a beber
litros de champán en los bares a cuenta de él.
Puedo imaginármelo frunciendo el ceño,
maldiciendo,
[suspirando, alzando
las manos y encantado.
Me llevó a ver una película sobre una librería de París.
Al dueño
le gustaba que su empleada
se subiera a la escalera para buscar un
libro y deslizar la mano
[por su pierna.
Solo eso: una mano, por ahora. Su rubor
calienta el teatro.
Cada vez
que él le decía «Ve», arriba iba ella.
Cómo consigue alguien tener poder sobre
otro se preguntó
[cuando salimos
a la calle. Los moretones también lo
llenaron de curiosidad.
Yo no podía satisfacer esta necesidad,
he oído que ella sí. La razón por la que menciono lo de lavarse
[es que me asombró que
nada de esto pareciera impuro cuando él lo analizaba.
Nada de eso
era orgásmico para él,
su embestida: se diría analítica, como
quien descubre un cristal
[nuevo.
¿Es la inocencia uno de los disfraces de la belleza?
Podía llenar
toneles de
amenaza con una luz como el más fino aceite
de oliva. Empecé
[a entender que la naturaleza es algo agrietado y
profundo en
donde nos zambullimos,
[oscureciéndonos.
Sí, me estoy
retrasando de nuevo.
Como envuelta en llamas y rodando por el
cielo me sentí la
[noche en que me dijo que tenía una amante
y con tímido orgullo sacó una fotografía.
No puedo ver la cara dije furiosa y la tiré al suelo.
Me miró.
Estábamos junto a la ventana (restaurante) de uno de los pisos
[altos,
casados
desde hacía algo más de un año.
Has sido rápido dije. Vas a burlarte
dijo. Rompí el cristal y salté.
Ahora, claro, ya sabes
que no fue así, lo que se rompió no fue el cristal, lo que cayó a
[tierra no fue
un cuerpo.
Pero cuando me acuerdo de aquella conversación lo que veo
[es: yo un
piloto de caza
cayendo en paracaídas sobre el canal. Yo,
abatida.
Oh, no, no somos enemigos dijo. ¡Te
quiero! Os quiero a las dos.
¿No es el señor Rochester quien rechinándole los
dientes
nos dice en menos de dos minutos con su verde susurro reptante
los celos pueden comerse un corazón hasta el centro, fórmula
[que se le
ocurrió
sentado
en el ámbar y almizcle de un balcón de París
viendo a su amante de opereta
llegar del brazo de un
[desconocido caballero?
Seguir siendo humano es romper un
impedimento.
Quiérelo si eres capaz. Quiérelo
si te atreves.
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