Ahí suena, con su carraspeo ronco, el motor
En medio de la noche blanca
Opaca con su chirrido los otros ruidos:
Esa incesante música que destilan los caños
El hombre, inmigrante a su pesar, aprieta
El mecanismo y va limpiando el camino
El sendero blanquecino que antes se hundió
Bajo la nieve
El ruido que podría ser insoportable en su monotonía
Es el preludio de un camino limpio
Desde las ventanas amarillentas de los departamentos
Las caras ateridas labran una pequeña sonrisa
Miramos el paso del carro
Los mecanismos misteriosos que permiten la limpieza
Desde nuestras oscuridades también advertimos que se va acumulando
Un hielo frío que al principio parece raspadilla
Imperceptible polvo gélido
Apegado a nuestros cuerpos como goma arábiga
Con los días y el mal tiempo el polvo muda en escarcha
Dura y repulsiva como el hielo derretido en el asfalto
En medio de la oscuridad blanquecina la nieve envuelve
Con su mugre una chalina
Tiene que venir el sol, húmedo y tímido,
A veces demora en sacar la cabeza
Es mejor seguir el compás de la máquina
Su música amarilla, su tintineo monótono, su canturreo
sordo
Limpiar el camino a la primera nevada
Sacar la lágrima de encima
Evitar la dureza de piedra del témpano
Torcer con suavidad para otro lado la cabeza
Luchar desde un principio y quebrar
Con dulzura lentamente los párpados
Pero nada que equivalga a una humillación.
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