Enmudecido y al borde de un precipicio
ebrio en memoria y paradoja
del pecho el halo oscuro de la duda
y sin embargo,
te invoco en el centro de la noche
Un mapa de estrellas se funde
a la palma de mi mano
y una voluta con tu rostro
recorre intensa por el horizonte
te invoco como un niño
Nadie, sino tú puedes responder
con ese idioma que palpita
en la boveda secreta del verbo
Palpo el pan oscuro del día
el agua amarga del recuerdo
apagando el frenesí del destino
el brillo acompasado del arrebato
sordos al himno tendido
que pretende unirnos
Tu útero tremendo de lluvias
y de pletórica de vida
escribe lo que debe escribir
y la leche salpica de manchas
un firmamento amenazante
y te invoco
No se leer los signos y los signos
perturban y aguardo lo suficiente
y desespero azul de frío y puertas
tú, fuente más clara de las fuentes
y te invoco
¿Dónde sino en el fuego?
¿Cuándo sino en lo eterno?
¿ Tal vez en la vereda de las épocas
queda la respuesta precisa?
Hay en la espera una conjugación
torpe y blasfema
si preguntas al verso que por
primera vez vio tu rostro
y te invoco en el terreno de la aguja
el hilo tenso
y las pérdidas y te invoco en el temblor
de la fiebre y los punteros
del reloj huérfano y te invoco
hasta el vértigo zurdo de las nubes
y te invoco encadenado a la hoja
en blanco cruel como ninguna
agónico te invoco
y te cubres con la piel de la Luna
¿Donde sino en el aire de tu signo?
¿Cuando sino en tu futuro?
Quizás en el camino abrupto
de la palabra y el destino
a ciegas
te invoco
te invoco
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