Cruje como un junco dentro de la soledad que le habla al oído.
Mira y duerme, se limita a exigir que mañana quiere despertar.
El sueño llega solo, como un cólico.
¿Acaso su aparición es transitoria?
Bebe su fruto, se sumerge en el reflejo de la imagen…
voz suave y robada.
Estela engañosa destila naturaleza y ser, mientras su perfume lo releva de fatigas. Todo
el sueño es una amenaza indecible; ella se proyecta piedra, roca en busca de su
metamorfosis.
Allí,
sobrepasado,
cae el telón de su noche.
El tridente lo confirma:
no despertará jamás.
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