XXX
El poema es el amor realizado del deseo permaneciendo deseo.
XLII
Ser poeta es tener apetito de un desasosiego cuya realización, entre los remolinos de todas las cosas exis-tentes y presentidas, provoca, en el momento de darse, la felicidad.
XLIV
El poema da y recibe de su muchedumbre el paso total del poeta expatriándose de su confinamiento. Detrás de esta persiana de sangre quema el grito de una fuerza que se destruirá por sí misma porque le horroriza la fuerza, su hermana subjetiva y estéril.
XLIX
A cada derrumbe de las pruebas el poeta responde con una salva de porvenir.
La línea de vuelo del poema: Debería ser sensible a cualquiera.
La poesía se atreve a decir en la modestia lo que ninguna otra voz se atreve a confiar al sanguinario
Tiempo. Ayuda también al instinto en perdición. En este movimiento, adviene que un vocablo desnudado se dé vuelta en el viento de la palabra.
Algunos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir.
Las acciones del poeta no son sino la consecuencia de los enigmas de la poesía.
El poeta se destaca por la cantidad de páginas insignificantes que no escribe. Tiene todas las calles de la vida olvidadiza para distribuir sus medianas limosnas y escupir la sangre de la que no muere.
Si las patatas no se reproducen ya en la tierra, encima de esta tierra bailaremos. Es nuestro derecho y nuestra frivolidad.
La experiencia que la vida niega es la que el poeta prefiere.
El poeta debe golpear sin miramientos su águila como su rana si no quiere arruinar su lucidez.
En poesía, convertirse es reconciliar. El poeta no dice la verdad, la vive; viviéndola, se vuelve mentiroso. Paradoja de las Musas: justeza del poema.
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