sábado, noviembre 09, 2013

DESENLACE por ENRIQUE LIHN


“¿Qué será de nosotros?’,
 te obstinabas en que yo hiciera prenda de esta absurda pregunta
 para seguridad de un reencuentro incierto.
 El tren, el mar, el tren, una misma insistencia.
“¿Qué será de nosotros?” decías, y pensabas:
 “porque es el cansancio, ¿lo confieso? '
“Pensar —cuando hago el amor— en
platos sucios, en un baile al que no pude ir,
quién sabe cuándo”.

Y esa pregunta, arrojada al vacío, parecía removerlo,
 trasluciéndose en él una constelación de
fondos de agua turbia, crueles imágenes que ilustraban un adiós
teatralmente perfecto.
El desenlace real sobrevino, como siempre, con
espantosa naturalidad.

Pero allí donde esa pregunta arrojaba su luz,
y eramos una sombra de tu que Íbamos a ser,
hacíamos nuestra vida separada en común
como esos personajes que en una misma novela
permanecen unidos bajo la doble vista prolija del autor oculta
 —y nos parece familiar— vagamente paternal
o vagamente sádica.
Unidos: aquí él, allá, dos países,
un cielo nublado de cenizas porque
ante todo es prudente, necesario existir.

Nosotros, en esta palabra llena de artificio que siempre 
vuelve a significar tú y yo el corazón prendido a un amor residual 
succionaba las hierbas de una tizana fria
el zumo amargo mezclado con gránulos de azúcar.
Debíamos mantener el fuego de la discordia
 —sus lenguas viperinas— abiertos los ojos de las brasas 
cuya expresión endulza la ceniza, diciéndonos: 
“Eso es, eso es. Asi se llega lejos por el camino del fuego”. 

Había que reunir material inflamable, 
busqué una noche de algas en la playa
como en un pozo ciego del calor de la luna.
Algo debía faltar, en cualquier caso: llamas 
para ahuyentar a los buenos sueños.



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