No enmudezcas
las palabras
de este espíritu
siniestro en cavilaciones...
Me es imposible beber de tus ubres vacías,
Desconsuelo, sin llorar
negras lágrimas de angor
Me es imposible guardar silencio
ante mi sombra ausente...
No hay misterios sin cadenas
no hay héroes sin crucifixión
ni mártires que no hayan usurpado
por corto tiempo
ese fuego casi sagrado
que habita en tu confuso corazón...
Quién habita en arañados gritos
el fondo de este , mi espejo,
quién, Miseria , viste de andrajos
y otorga al dolor
sus vísceras corrompidas en la ignominia
y la cruda derrota...
Resta cada tarde aguardar
la onerosa caída del Sol...
crepúsculo que no consuelan
las heridas abiertas del día
la numeración inclemente
de los minutos y pecado.
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