Prometeo habita en mi espejo.
El águila devora mi corazón,
cada noche es una ciudad en escombros
no es nación,
sólo banderas hechas ceniza
polvo que engullirá
lentamente
este tiempo de fuego y tierra
en grave disputa con dios
Mi fe de aire
estos pasos heridos
que abandonarán
un traje de cicatrices
y ceremonias ciegas
sin ventura
rota la clavícula
de la verdad
nos resta mendigar
desde
los cimientos
agotados de aguardar
una lluvia
que lava mi alma
en descarríos
solitaria amargura
de puerta cerrada
sin noches sin lápidas
para solitario verso muerto
sin llegar al pabellón
delicado de tu oído
tanto ruego en vano
plegaria vestida
de aflicción y olvido
Una senda de arrepentimientos
vale menos que dos granos
de mostaza y sal
ah, dentelladas salvajes
rumor de calumnia y golpe
han reducido a vestigios blancos
este puñado de latidos negros.
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