viernes, julio 22, 2011
ANESTESIA por ALVARO LOPEZ BUSTAMANTE
"no hay luz al final de todo ello"
"there's no light at the end of it all" –
– this mortal coil, "Fond Affections"
No resultan familiares los rostros que el tiempo me ha
retornado
un rasgo de afecto, otra mano cubriendo la propia, el labio
sobre el labio o su recuerdo
son, ahora, más que nada, otra mueca torcida
sábana sangrienta sobre el manchado manto de lo real:
ciertamente la soledad
ha terminado por ser esa laguna inmóvil,
esa apacible, navegable, vaga traición
que nos llevará a otra soledad más quieta e inmensa,
cuando hoy desperté quise estar contigo
cuando abrí mis ojos, solo el rostro mío estaba conmigo
tales son las maneras de Dios y su afecto.
pienso en tu [rostro], ahora es una herida de horrenda vejez
fuimos hermosos, quizás.
cuándo fue que el espejo pervirtió su naturaleza, te tiendes a
preguntar, pero ah
cuán humanos: las derrotas acumuladas y semejantes
a dedos cortados en nuestra boca
¡cómo las engullimos!
arrasando la garganta en esto que parece tan familiar: ansiar
cuanto no somos
fuimos más jóvenes, el cuerpo respondía en manera admirable
la piel respondía a la piel, y el sol no decaía como un suave
coágulo junto al mar,
algo de vida se nos metía por la nariz
éramos capaces de beber
incontables jarras: reconstruirse a sí mismo, esa es otra cruel broma
hemos sobrevivido a la catástrofe como a través de una lluvia
de muertos
podríamos entonces disfrutar de la vida,
hundirnos perdernos en estos días, reflejo blanco
ausente de nuestro rostro: bien, no es posible, recuerdo y en el
recuerdo me pierdo:
licor, tabaco, y ah la carne no era el frío contacto que ahora
anula y mortifica,
por un amor hubiéramos entregado el mundo
y quizás ya entonces perdimos el rastro de nosotros mismos:
pero también, quizás, todo ello era ilusorio, pensé por un instante y por un instante, quizás,
parecí ahogarme en tristeza –
una oleada de terror ocupó todos los huesos,
un poema en tono menor fue la existencia, esto gira sobre mis
ojos
y los comprime:
no fue sino un segundo:
la desesperación es ahora un campo yermo.
amigos, amistades, relaciones: frutos perecederos
que oscilan hasta perderse por completo:
el tiempo nos consume
algo se nos fue de las manos: ya no tenemos el oficio, nunca podremos alcanzarlo.
la dignidad se eleva
semejante a un grotesco, decrépito miembro viril.
el tiempo nos desgasta.
se nos fueron los días para ser una estrella brillante, cegadora,
ahora quizás podríamos recoger entre las manos un cierto resplandor
semejante al níveo reflejo
de otra luna ensalivada –
II
pienso en las palabras:
es cierto entonces
a otros les fue dado tocar cierta cumbre, expresar lo inenarrable,
usar las frases como quien utiliza un cuenco o un bisturí para cortar su presa,
quizás nunca lo poseímos o quizás se nos escapó tiempo y habilidad,
somos, en el fondo, saldos de guerra, tullidos, inhabilitados, hijos de una mutilación inconcebible,
con muñones intentamos recomponer algo, cierta visión, algo,
palabras,
algo que vimos, un pequeño paisaje, una pequeña vida, algo, quizás
repetir lo dicho por otros con mayor envergadura y mejor perspectiva,
en el fondo,
besamos los labios de una doncella leprosa:
tal es el daño cubriendo su exceso
"Llegué como agua, y como el viento me alejé":
tanto orgullo mostramos en conocimientos
que se exhiben vanos tan vanos como nuestras palabras:
posiblemente nos rodee el hielo, y muerte, y confusión;
oh cuán poco podemos expresarlo
las frases se nos caen de las manos como herramientas inútiles,
y ni siquiera, y apenas, con los dedos cortados por el frío,
apenas podemos continuar otro poema sin arrastrar
algo de vergüenza
III
El tiempo desgarra todo sentido de vergüenza.
Allana todo sentido.
Con el tiempo, el amor se torna una cáscara de nieve
con el tiempo, Dios se degradó hasta
ser una palabra ennegrecida.
a veces podemos compartir la oscura nieve del amor de una
boca a la otra,
en general, se va disolviendo hasta empaparnos de frío.
ahí se van los rostros, la pasión perlada, el ruido del mundo,
y todo, en ocasiones, sería eterno.
amor para siempre.
pero para siempre es tan poco tiempo,
fácilmente podríamos enfermar y ocultarnos la eternidad
bajo la sombra de un párpado – así,
en la quietud de un cuarto
toda santidad se mezcla con inmundicia, y en ello reside quizás el triste rol asignado
a lo púdico: marchar con pies desnudos sobre un campo de
excrementos:
en el jardín de las delicias toda putrefacción viste formas de
belleza
y con claridad podemos ver casi como si otros hubieran
arrancado nuestros párpados –
aquí entonces justificamos al sexo por el sexo,
o quizás el confundir amor con vacío
o un brazo y su cuerpo con algún tipo de alma cruzando la
nuestra.
Paisaje cerrado, carente de todo excepto rigor invernal:
en la muerta danza del amor, el tiempo parece
aplastar el sonido de su cirugía brutal
el amor de Dios es hielo en el desierto.
ahoga por las noches.
nos torna hacia la rigidez en maneras que lo humano
semeja una línea de excrementos sobre la nieve.
He permanecido en ceguera: amé a Dios
en tal forma que mi rostro no era lo devuelto por el reflejo
sino una horrenda flor en el jardín de Oro,
el tibio dinero del espíritu
Besé la piel de alguna mujer que ya enverdece en mi recuerdo:
acaso fue Dios y la piel de Dios aquello que violenté.
manos mecánicas, ojos inertes, epidermis: máquina de carne –
a ello me reduce el Afecto de Dios
nada veo sino en memorias como ilusorias líneas
sobre aceite hirviendo: tal oscuridad
duplica mi ceguera: el triunfo de Dios es absoluto.
El tiempo derrama su torrente
como sangre sobre Sus manos.
El tiempo lo permite todo.
No veo juventud en parte alguna – la idea resulta absurda: la perpetua repetición de la vida
es más que nada síntoma de enfermedad y decadencia
así continúa el aullido
tras su propia muerte: este viento nos sofoca,
como arena ardiendo en el mediodía de otro desierto, apenas
cubierto por las palabras,
grito o más bien intento gritar y no veo sino un eco débil, como
de araña moribunda,
enredándose en mis oídos
en un gesto como de aferrar la nada
las luces en las casas parecen colgar con singular fragilidad,
y entonces considero que cierta enfermedad me ha postrado.
Considero más que nada las palabras, y este lecho –
IV
la luna sigue brillando. en estas fechas
el gentío se aglomera en las ciudades como racimos de moscas.
he ponderado tales situaciones hasta que
las manos tiemblan, la mirada se enturbia y
algo así como una palabra viene a mentirnos,
a robarnos como tocándonos el codo, como deslizándonos el codo apoyado en una vidriera
una palabra apuntando semejante a un dedo sucio en
degradación:
es navidad y no hay nieve y el mundo parece caerse a pedazos
y arrastro los pies sobre el suelo candente y – sí – estoy en cama
y aún así mis pies y mi piel toda arde
Cristo vino y fue arrastrado por una marea de odio y terror
la misma que me mantiene preso en mi cama, en mi habitación,
esta fiebre es inmensa
esta fiebre es infinita como un desierto helado,
se me vacían las órbitas y podría escribir hasta desprender los
dedos
una nube de polvo me cubre
los recuerdos se me entrecruzan en líneas cortando mis carnes como un bisturí congelándose quizás nunca pueda retomar aquella mi soñada estabilidad los días son el murmullo de un
retardado
los días un verano brillante escarchado por completo
cegando mis pupilas
el amor nunca llegó los sueños cayeron en pedazos tiembblo tiemblo tiemblo hasta que mis músculos caen muertos en murmuraciones en crispada agitación
pienso en mujeres pienso y recreo imágenes pornográficas aquello fue el amor quizás un par de espasmos sí el poema ese tenía razón eso fue el amor tranquilo tranquilotranquiloeso fue el amor un enfermo y otra enferma de cierta edad alejándose en
/una línea untada de enfermedad
somos nada posiblemente mis carnes de nada se retuercen mi
/lengua retrocede hasta el vacío sangrante
reímos alguna vez sí quizás sí posiblemente
estamos solos reímos un trago de alcohol y el cielo desplomándose gris grisáceo como las mejillas de un cadáver y ahora ese aroma que no es de vida pero tampoco se decide a
/morir me rodea me infecta
es navidad celebremos es navidad celebremos es navidad
/navidad celebremos celebremos celebremos
colguémonos de esos alambres llenos en luces y pensemos que hay nieve al menos hay nieve cubriendo leve grácilmente nuestros ojos nuestra piel
las aves parecen cantar como si las hubiesen degollado un nuevo amanecer oscila sobre el mundo y viene la renovación de todas las cosas cantemos en ese coro celestial Dios cruzando un cuchillo y luego la agitación del coágulo alrededor en cada garganta: ello son las palabras: ley de gravitación: nos caemos con la misma fuerza al levantarnos y luego yacemos inertes –
el aroma del alcohol es mi ley de gravedad – luego es imposible desprenderse del suelo oh blanca navidad nívea enloquecedora tal es mi obsequio estas fechas me tornan sentimental estas fechas depositan un grano de amarga mostaza en mi sangre
las figuras los objetos se mezclan y yo mismo mis propias carnes e impulsos se mezclan como crisol agitado por ciegos MUSIC MAESTRO he destrozado mi habitación los dedos rojos han cortado su propio rostro oh vaya un episodio vaya un episodio
– MUSIC MAESTRO BlANCA NavIDaD lo ha teñido todo en colores inmundos el blanco es un color inmundo MAESTRO MAESTRO vago por los campos del conocimiento como un cadáver sin cabeza rocío tales campos bajo el sol ardiente en vísceras y excrementos y algo de vómito sin rostro sin rasgos – una masa de carne y rojo por mirada oh maestro dónde está la llave para el miedo cuál es el MÉTODO diría Díaz ah únicamente soy aplastado por las cenizas de la nieve cayendo en mitad del desierto de la
NAvidad oh MUSIC MAESTRO MUSIC
V
una melodía fúnebre nos acompaña poco antes de la muerte
como pedestal que tiembla con el peso
de otro cuerpo:
Posiblemente el tiempo nos arranque todo rostro
nos reemplace la mano con la mano helada del óbito
Así, entonces, se reduce todo,
el cuerpo retorna al suelo
todo recuerdo reposa enronquecido
de tanta invocación, tanta palabra trunca,
tanto vacío y tanto enfriar el aire con frases
nulas y empobrecidas a fuerza de gritarlas,
todo recuerdo se hunde y desaparece con nosotros
en ese hilo como de saliva que se corta al final del placer,
la boca hambrienta que fuimos ahora permanece inerte
aún podemos encender pequeñas luces para iluminarnos
las marcas en el corazón
llagas inútiles que resuenan enloquecidas en la bóveda sombría
del pecho
aún encendemos las luces sangrientas
para contemplar cuanto creímos heroico
y no es sino el oscilar en los pies de un roedor.
Somos la voz perdida en el desierto
un espacio en blanco
ahí donde el espejo y su eco se confunden
podríamos decir que la mano que escribe los días es una mano enferma de muerte
pues aunque si en el reflejo tengo un rostro, no es el mío
y viene aquí, entonces, la simulación con alas mortuorias
Yo y el Otro son los rasgos
de la admiración por sí mismo
nunca retornarán los días cuando las palabras significaron lo que cubrían
nunca cruzamos el río dos veces y, en realidad, nunca volvemos
a abrazar la piel que amamos
nunca, posiblemente, será lo mismo y la repetición es nuestra excusa:
reconstruir el cristal quebrajado, contar las piezas, cubrir las grietas, las irregularidades: cruel ocupación:
tras el instante toda repetición no es válida: el feto no retorna a
la placenta.
VI
No me resultan familiares
los rostros que otro tiempo ha retornado
cuando hoy desperté quise estar contigo
cuando abrí mis ojos, solo el rostro mío estaba conmigo
y el frío de la habitación – de qué hablan los poetas sino de su
incapacidad
qué amamos sino nuestra carencia:
cuando desperté quise estar contigo.
Etiquetas:
ALVARO LOPEZ BUSTAMANTE,
poesía nacional
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario