domingo, marzo 31, 2013

CAIN por LORD BYRON



UN MISTERIO



ACTO I
ESCENA I
(La tierra fuera del Paraíso. Tiempo: salida del sol.
Adán, Eva, Caín, Abel, Adah y Zillah, ofreciendo un sacrificio.)
Adán
¡Oh, Dios Eterno, Infinito, Omnisciente!,
tú que de las tinieblas del abismo creaste la luz
sobre las aguas con una sola palabra, ¡alabado seas!;
Jehováh, en este nuevo retorno de la luz, ¡alabado seas!
Eva
¡Dios!, tú que diste nombre al día, y que separaste
la mañana de la noche, hasta entonces nunca divididas;
tú que apartaste las aguas de las aguas, y que llamaste
a la mitad de tu creación el firmamento, ¡alabado seas!
Abel
¡Dios!, tú que ordenaste los elementos
en tierra, océano, aire y fuego, y que con el día
y la noche, y los mundos que ambos iluminan
o ensombrecen, creaste seres para que los disfrutasen
y para que los amaran tanto como a ti, ¡alabado seas!
Adah
¡Dios Eterno!, ¡Padre de todas las cosas!,
tú que creaste a estos seres sublimes y hermosos
para que fuesen amados por sobre todo salvo tú:
déjame amarlos a ti y a ellos. ¡Alabado seas!
Zillah
¡Oh, Dios!, tú que, amando, creando y bendiciendo todo,
aún permitiste a la serpiente penetrar sigilosa
y echar a mi padre fuera del Paraíso terrenal:
líbranos de todo nuevo y mayor mal. ¡Alabado seas!

Adán
Hijo Caín, mi primogénito, ¿por qué permaneces en silencio?
Caín
¿Para qué habría de hablar?
Adán
Para rezar.
Caín
¿No habéis rezado
ya vosotros?
Adán
En efecto, muy fervientemente.
Caín
Además de muy fuerte: os he escuchado.
Adán
Y también Dios, espero.
Abel
¡Amén!
Adán
Pero tú, mi hijo mayor, sigues en silencio aún.
Caín
Creo conveniente permanecer así.
Adán
¿Por qué dices eso?
Caín
No tengo nada que pedir.
Adán
¿Ni nada que agradecer?
Caín
No.
Adán
¿Acaso no estás vivo?

Caín
¿Acaso no debo morir?
Eva
¡Ay, el fruto del árbol prohibido comienza a caer!
Adán
Y nosotros debemos recogerlo nuevamente.
¡Oh, Dios!, ¿para qué plantaste el árbol del Conocimiento?
Caín
¿Y por qué no comisteis del árbol de la Vida?
Entonces podríais haberlo desafiado.
Adán
¡Oh, hijo mío,
no blasfemes!: ésas son palabras de serpiente.
Caín
¿Por qué no?
La serpiente dijo la verdad: estaba el árbol del Conocimiento,
y estaba el árbol de la Vida; el conocimiento es bueno,
y también buena es la vida: ¿cómo podían, entonces, ser malos?
Eva
Hijo mío, hablas tal como yo lo hice en el pecado,
antes de que tú nacieras: no me hagas ver renovada
en la tuya mi miseria. Yo ya me he arrepentido.
No me condenes a ver a mi descendencia caer
en engaños al otro lado de los muros del Paraíso,
engaños que incluso dentro de él destruyeron a tus padres.
Conténtate con las cosas como son. Hubiéramos así obrado
nosotros, más que contento estarías tú ahora. ¡Oh, hijo mío!
Adán
Bien, hemos terminado nuestras oraciones; partamos,
cada uno a sus tareas de labor, que no son pesadas,
aunque necesarias: la tierra es joven, y nos cede gentilmente
sus frutos con muy poco trabajo.
Eva
Caín, mi hijo,
contempla a tu padre, alegre y resignado,
y haz como hace él.
(Salen Adán y Eva.)

Caín
¡Es una luz espantosa!
No hay sol, ni luna, ni estrellas innumerables.
El mismo azul de la purpúrea noche asume
un tenebroso matiz crepuscular; y sin embargo, veo
enormes sombras oscuras, muy distintas a los mundos
que antes veíamos, los cuales, rodeados de luz,
parecían llenos de vida, pese a que, cuando sus atmósferas
lumínicas dejaban apreciarlo, algunos tomaban formas
desiguales, de profundos valles y altas montañas,
y otros emitían destellos, y otros mostraban
enormes llanuras líquidas, y otros parecían ceñidos
por cinturones luminosos y lunas flotantes
que ostentaban, como ellos, los rasgos de la bella Tierra;
mas estos de aquí se ven horrendos y tenebrosos.
Lucifer
Pero nítidos.
¿Deseabas contemplar la muerte y cosas muertas?
Caín
No lo deseaba; pero como sé que tales cosas existen,
y que el pecado de mi padre nos ha atado a ambos,
como a todos los que nos hereden, a ellas,
quiero contemplar de una vez lo que algún día
tendré que ver por fuerza.
Lucifer
¡Contempla!
Caín
Sólo hay oscuridad.
Lucifer
Y así será para siempre; pero será mejor
que abramos los portales.
Caín
Sale muchísimo vapor.
¿Qué es esto?
Lucifer
Entra.
Caín
¿Podré retornar?

Lucifer
Retornarás, puedes estar seguro de ello: ¿de qué otro modo
se poblaría la muerte? Su presente reino es pequeño
comparado con lo que será gracias a ti.
Caín
Las nubes
aún crecen, y forman vastos círculos a nuestro alrededor.
Lucifer
Avanza.
Caín
¿Y tú?
Lucifer
No temas, sin mí no podrías
haber viajado más allá de tu mundo. ¡Adelante, adelante!
(Ambos desaparecen entre las nubes.)

ESCENA II
(El reino del Hades.
Entran Lucifer y Caín.)
Caín
¡Cuán silenciosos y vastos son estos lúgubres mundos!,
pues parecen más de uno, y todos más poblados
que los enormes globos resplandecientes que flotaban
tan apiñadamente en el aire superior,
y a los que había llegado a creer la brillante población
de algún Cielo absolutamente inconcebible
antes que objetos habitados ellos mismos,
hasta que acercándome más pude verlos
creciendo a una palpable inmensidad de materia
que más parecía a propósito para albergar vida
que un ser vivo en sí. Pero en este lugar
todo se ve tan sombrío, lúgubre y tenebroso
que sólo puedo pensar en el pasado.
Lucifer
Es el reino
de la muerte. ¿Querrías que fuese el presente?

Caín
En tanto no sepa de qué se trata, no puedo responder.
Pero si es como he oído a mi padre discurrir
en sus largas homilías, es algo que... ¡Oh, Dios!,
¡no me atrevo a pensar en ello! ¡Maldito sea
aquel que creó una vida que conduce a la muerte,
o la miserable forma de vida que, siendo vida,
no puede retenerla, y debe así perderla,
incluso en los inocentes!
Lucifer
¿Maldices a tu padre?
Caín
¿No me maldijo él a mí al darme mi nacimiento?
¿No me maldijo incluso antes de éste, al atreverse
a probar el fruto prohibido?
Lucifer
Dices bien:
la maldición entre tú y tu padre es mutua;
pero ¿qué hay de tus hijos y hermano?
Caín
¡Que la compartan
conmigo, su hermano y padre! ¿Qué otra cosa
me ha sido legada? Les dejo mi herencia.
¡Oh, vosotros, ilimitados y lóbregos reinos
de fluctuantes sombras y formas enormes,
algunas bien nítidas, otras indistintas, mas todas
inmensas y melancólicas!, ¿qué es lo que sois?
¿Vivís o habéis vivido?
Lucifer
En cierto modo, ambas cosas.
Caín
Entonces ¿qué es la muerte?
Lucifer
¡Qué! ¿No te ha dicho
aquel que te creó que es otra vida?
Caín
Hasta ahora
no ha dicho nada, salvo que todos moriremos.

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