domingo, marzo 03, 2013

EPÍLOGO por JORGE TEILLIER


Tal vez nos queda contemplar el cielo.
Nunca estuvo entre nosotros.
Aun cuando la lluvia se escurrió entre los dedos,
y los dedos capturaron al humo en el sueño.
No sabíamos nada.
Lo miramos porque un amigo
nos reveló el nombre de una nube,
porque una muchacha nos pidió le eligiéramos una estrella,
o a la salida de la fiesta
creyendo que su rostro nos libraría
de la falsa música y el vino.
Ahora nuestros ojos deben olvidar que lo vieron,
así el niño olvida su primer paso, y la luz olvida la obscuridad,
cuando duerme como una joven bajo la sombra de los castaños.

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