El sentido de un poema es quedar sin palabras, encontrar
la conclusión que asimila la reductividad y
la afirmación en un todo inexpresable: la finalidad del poema
es reconstruir el silencio, una cura de palabras, subvertir
lo fragmentario, discursivo, parcial, definitorio
en actitud y sentimiento: cuando la actitud de un poema se torna
un todo y constante, sus movimientos son como viajes de luz
y surgen a través de los aspectos de una obra escultórica:
ningún acto de análisis ve el todo de una vez: el poema
reconcilia, termina, y contiene sus movimientos: sus imágenes
pierden sus contornos y colores definidos en tonos y
modos de paisajes, en la inacabable sugestividad
del impresionismo: la finalidad de un poema es perderse él mismo
en sí mismo, abandonar las parcialidades del ritmo,
imaginar y percibir coherencias adonde las palabras no pueden dar acceso
y donde no tienen acceso, un lugar donde la distinción
entre el significado y el ser se borra en el significado del
ser: lo que un poema dice puede ser su menor y más
equívoca maniobra: cómo mantiene su conducta y abre al poema
a la indefinibilidad e inexhaustividad, ontología
y teología se hacen una, en el punto enfocado donde al
ponderar y meditar sobre el poema podemos clasificar
su conducta y la nuestra y definir nosotros mismos lo que
queremos y no entregar nuestras definiciones a la crítica
e instrucción, holgazaneando y caminando indiferentes.
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