Creeré que el sigilo
domina el pasadizo de lo cotidiano
sin otra voluntad
que la de sobrevivir.
Y sean los días árboles siniestros
en que frutos no habrán de nacer.
Creeré que cruzarás el umbral:
Día, bosque, noche sin dejar rastro
Sólo un nombre y latido.
Quién y quién, y
quién.
Si no tú a la vanguardia de la nada,
como una inmensa tiara
alrededor de nuestro destierro,
alabanza, fe ciega
y serena.
Mientras la
voluntad del tiempo
se quiebra como cascabel inútil,
un rastro de sangre es lavado
por la lluvia,
hay un reloj descompuesto
bajo una cordillera de
escombros:
Un corazón que aún late.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario