Escuché el roce de sus atavíos
cuando pasó la Noche entre los mármoles
de sus salas, y vi en su obscura túnica
las luces de los muros celestiales.
Su presencia sentí, su encantamiento
poderoso, llegando de la altura,
su presencia serena y majestuosa
como de la persona que se ama.
Escuché voces de dolor y júbilo,
los sones lentos y multiplicados
que llenan los nocturnos aposentos
como las rimas de un poeta antiguo.
En las cisternas de la medianoche
mi alma bebía el agua del reposo:
la fuente pura de la paz perenne
de esas hondas cisternas siempre mana.
¡Oh Santa Noche, tú que me enseñaste
el largo sufrimiento de los hombres!
Tu dedo se posó sobre los labios
de la angustia, y cesaron sus lamentos.
¡Paz! Como Orestes rezo esta plegaria,
diciendo con tus grandes alas negras
lo bello, lo esperado y bienvenido,
¡la Noche bienamada!
Aló! Quién es el traductor?
ResponderBorrarHola! Podrías ayudarme con la identidad del traductor?
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