domingo, diciembre 01, 2013

IMPLICACIONES CREACIONISTAS por EDUARDO ANGUITA


Queda mucho por examinar del Creacionismo huidobriano.
Pienso que esa escuela, como otras de las tres primeras décadas,
 posee potencial suficiente como para promover nuevas formas. Estamos
con el creacionismo, que el mismo Huidobro dejó de la mano, por no
inspirarle ya más que los libros de 1914 a 1934 (aproximadamente), y
que no admiten superación en la letra. Es el espíritu del Creacionismo
lo que hay que revisar, y no en general, sino punto por punto.

En su fragmento de conferencia dada en Madrid en 1921, y reproducido
como prefacio a su poema en prosa “Temblor de Cielo” (Madrid 193l), leemos:
Aparte la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación
que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo, que sirve
para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario...
y otro es el “vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra
recién nacida” .
Es bien denso todo esto. Ya me referí a la ausencia de prejuicio, que Huidobro
palabra poética. Vale decir: ausencia de significación convencional
Y afirmamos que parecía postular a un lenguaje sin nexo alguno, un
,in significado. Pero, si se quita a la palabra sus significados, ¿en qué
se convierte? La experiencia ha sido hecha. Decenas de poemas escritos a base
de palabras como puro sonido, como meros fonemas, fueron escritos. De
Huidobro:

Al horitaña de la montazonte
La violondrina y el goloncelo
Descolgada esta mañana de la Iunala
Se acerca a todo galope
Ya viene la golondrina
Ya viene viene la golonfna
Ya uiene viene la golontrina
Ya viene la goloncima. . .

En el ultimo canto de Altazor (poema al que pertenecen también los versos
anteriores), Huidobro deshace las palabras en silabas, las recompone y, finalmente,
las reduce a unas pocas vocales. Los poetas y criticos le dan bastante
importancia a ese Canto. Octavio Paz dice en Corriente Alterna: “No me canso
de repetir los endecasílabos de Góngora y los monosílabos finales de Altazor”.
Más allá no se puede ir. Poemas de Lewis Carroll, en Alicia a través del espejo,
están escritos en un inglés sumamente inglés, pero cuyas palabras son todas
inventadas. Huidobro no renunció a “significar” en sus poemas. Solamente que
deseaba crear una atmósfera mágica, inhabitual, que desprendiera al lector de
su plano corriente de conciencia, una “atmósfera encantada”. Para ello había
que buscar la palabra interna de las cosas, palabra que estaría debajo de la
palabra habitual.
Aquí hallamos el motivo para objetar; mejor dicho, para aclarar. Si por
“palabra” se entiende cada vocablo aislado, como aparece en un diccionario, es
indudable que no encontraríamos ninguna otra palabra interna “debajo de la
palabra que designa las cosas”. Seria como buscar sinónimos. Operación nimia.
Hay que entender como “palabra” (y así tiene que haberlo entendido
Huidobro) al lenguaje total, al “sistema” de relaciones entre los vocablos. En
todo poema, el sistema de relaciones entre vocablos, frases, oraciones, es nuevo
(término que sedujo a Baudelaire, a Rimbaud y a todos los poetas siguientes).
Lo inhabitual se instala como un organismo autónomo. De ahi que el lector
debe afrontar un poema como un todo casi (¡casi!) desprendido completamente
del lenguaje común: es decir, del lenguaje con “significación gramatical”
(como llama Huidobro algo burdamente al lenguaje comunicativo). En este
punto tocamos algo esencial. Ya el lenguaje, por lo menos el de la poesía, no
sirve para nombrar “las cosas” ¿Para qué sirve, entonces?
La respuesta Cree darla correctamente Octavio Paz: “¿Qué nombra la poesía?”,
se pregunta. “Más que nombrar a las cosas que designan las palabras,
nombra a las palabras mismas”.
La solución de Paz me parece un juego de palabras.

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