En medio del sol y de los juegos de luces,
me conviertes en un lagarto
que muerde tu cuello hasta voltearte,
para buscar
al final del largo abdomen blanco
esa muesca que cubro y que me agita
hasta que palidecen y se enfrían
las manchas verde-azules en mi espalda,
que espoleas aún
con prismas atados a las muñecas,
intentando detener la noche.
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