martes, junio 14, 2011

RETRATO FURIOSO por PABLO DE ROKHA



Empuño tu nombre como una canción nunca escrita o como pañuelo
de viajero, en este instante alto y ancho con la altura y la
anchura total de un ataúd
y un sudor popular de muchedumbre a las médulas agarrado como el
manotazo del atardecer surge en galope horripilante de tabla de
náufrago desde el ser espinal del orbe a la criatura de peripecia
que soy yo solo, exacto, indescriptible, con el puñal a la altura del corazón.
Si enormes congojas me azotan como grandes puños hinchados por
añejos vientos con olor a agua y a sombra,
por látigos de "salvación" u oro boreal y las vacas cristianas de la Dictadura de la Burguesía me escarban las entrañas encadenadas a
la desesperación
desde la antigüedad polvorosísima con cuchillos de niebla y de piedra,
el pueblo me defiende de mi mismo envolviéndome en su frazada de acero
y mi jornada de peón colosal de la literatura da categoría a mi
estilo continental, que es mi destino universal y mi abismo o
lenguaje de amante enfurecido,
un airón inmortal me chorrea de sangre las metáforas
v contemplo todas las cosas y su sombra como si me fuese a morir de
repente...
Retumba el sol arando los sueños a ia vertical del tiempo lleno de
banderas mojadas,
ineluctablemente grito con rugidos de dios vencido en los ríñones, inmensos
llantos impresos en la greda de los altares violados y pisoteados
por caballos de maldición, sin que acaso nadie me escuche sino
la multitud y las últimas formas, sólo como "roto" difunto.
Winétt, aunque te ande trayendo como adentro de un panal
de miel
y me respondan la memoria y el eco completamente muerto y Heno de
volcanes apagados de mi vocabulario, porque yo estoy hablan-
do ya para el porvenir del mundo.
Como los dos llenamos el siglo de hijos, grandes canas verdes echan
materias muertas como llanto de estupor sobre estos dos espejos
de sol poniente y lágrimas
con los que yo, combatiéndolo, reflejo desde adentro el gran huracán capital-
imperialista, que es como el huevo de un crepúsculo,
y estamos desplumados bramando debajo del Plan crimina! de los Monopolios, lo mismo que una gran pareja de leones de antaño en
aqueste hogaño de espanto o un matrimonio de carácter asombroso,
por la U. R. S, S. inmortal, que es el vino de oro de la Humanidad,
con los huesos ardiendo de criterio y congoja como el primero de los últimos
discípulos de Marx;
la política atómica siembra la guerra vomitándola y el hambre
se abre de fauces mordiendo la población mundial escarnecida, pateada en
el vientre, meada y ensangrentada por el neofascismo
y cruje como tren fantasma la sombra inmensa del verdugo;
el lenguaje social lo encuentro aquí comiendo dolor y terror de multitudes
con cucharas de desgracia a la orilla de un estupor que desapareció
y la tragedia capitalista se me refleja en cantos de barro con espanto y
sangre,
porque es la sociedad mi lengua y soy un comunista que monologa en
francotirador despedazándose contra el explotador y contra ei
cómplice del explotador en el poema, como un volcán que se
sublima y se derrumba
precisamente en virtud de la gran llama lanzada al píe de los sepulcros.
Resuenan los aceros de los hidalgos entrechocándose con mi familia
en los sótanos de la heráldica,
el espadón mandón del segundón de solar y portalón herrado que aspira a
la Caballería y los pendones de ios Señores de Aldea y Villorrio
que decían con don Iñigo; "Las letras nos embotan el hierro de
las lanzas",
llorados de moscas, de años, de pulgas feroces con polvo adentro del alma
o de la trágica chinche de! crepúsculo en donde Job la allanó,
en la soledad de los despoblados y los extramuros y los cementerios, contra
el Dios Oficial y los Caballeros Cruzados de Santiago que van
a saquear el Santo Sepulcro, a comerciar en especias y a controlar los Oriente-Dardanelos para la España tan piojosa como
inmortal, tan hedionda como remota y católica, echando llave
con el Cinturón de Castidad al capullo de rosa de sus amores,
y ti Señor Feudal implanta la horca en mis antepasados empobreciéndose y
emputeciéndose en un callejón sin salida en donde fusilan a un
héroe;
criatura de asombro soy y espanto, por eso entiendo la noche y todo la que
se le parece: como por ejemplo la miseria y la calumnia, comprendo la tarde a la caída de los Emperadores y aprecio los
lagartos embalsamados de las ruinas, las viejas y negras espadas,
los fusiles ensangrentados y enmohecidos en cuyo cañón todo el
horror de la guerra resuena y la Poesía Española del Siglo de
Oro tanto y cuanto la fanfarronada soldada y apolíllada de
Quevedo.
y es por aquello por lo que Manrique y Cervantes, que son como peñascos
de la literatura, me ofrecen la espada y la posada y el licor
colosal
del cual está forjada y cruzada y condecorada la epopeya que yo compongo
montado a caballo desde mi montura-ataúd, entre arañas y
piratas, mujeres y corceles, santos, héroes, locos, descubridores,
aventureros, conquistadores y fundadores-conductores de ciu-dades en las que fueron Alcaldes o Notables de la pena inmensa
y en la cual los ahorcaron;
¡qué enorme pelo de pueblos voy cargando a la espalda de la palabra!...
y ¡cómo las cadenas de los presidios resuenan en lúgubre trompeta de condenados y de fusilados en la ilegalidad de mi literatura,
cuando yo levanto mi voz a la cabeza de los calabozos de la libertad política, alto como un parto al amanecer!,
porque el marxismo no lo aprendo, lo encuentro coincidiendo con los grandes
clásicos materialistas, como la intuición de mi rebelión milenaria,
y el trotzkismo lo vomito como el alcohol falsificado;
mi lenguaje de Chile es lenguaje rajado de mundo y el mundo levanta como
un eslabón su pabellón de sombra en mi interior que es público
y notorio, porque en él rugen los pobres del mundo,
porque cuando me duele el corazón, le duele el corazón al pueblo,
y calumnian a la Humanidad cuando me calumnian como cuando calumnian
a cualquiera de los desventurados mundiales y mi llanto es el
llanto del siglo;
soy un caserón de provincia lluvioso y telarañoso, con cabellos de difunto
y los letreros obscenos ardiendo en las murallas
y adentro del cual, entre candelabros degollados, como la cosecha en el grano
de trigo o el amor en el vientre rugiente de la tempestad, que es
la flor de acero del invierno,
estalla la sociedad comunista.
Probablemente no he nacido nunca, por eso escupo mi retrato
y estoy hundido hasta las entrañas en la memoria de la tierra mordido y
transido de larvas, cuando me escuchan roncar en cien, leguas
a la redonda,
en el llanto de toro del universo por el fuñeral de la vivienda, reflejando
sus catástrofes, su historia social, sus huracanes y sus tempestades, el nacimiento inmemorial de los océanos y el hundimiento de los continentes. entre volcanes verdes y montañas que paren oscuros
dioses que echan fuego y tiempo por la boca, el surgimiento del
sol en el sistema planetario terriblemente resonando como un
carro de barro de relámpagos,
y cuando emerge el hacha del alma del hombre del corazón de la naturaleza
yo sigo mirando su deslumbramiento inicial. . .
Las jarcias, las horcas, las lanchas marcadas de yodo, de salitre, de
moho mundial, de petróleo, de sales y de sangres y antigüedad
ya usada y el mar de John Esquemeling, sabroso como un torso
de mujer o un asado de pescado, las marinerías entre sus cuchillos, sus acordeones, sus marmitas, o aquellos inmensos recuerdos
que huelen a hembra portuaria,
Walter Raleigh y su mascarón de proa, que eran los pechos desnudos de
Gran Bretaña, desde los cuales surgía un cadalso,
el corsario, el filibustero, el gran pirata Pier le Grand y su tripulación de
presidiarios, asesinos, vagabundos, misioneros, ladrones y cabrones, curas, tahúres, locos, poetas, bandidos, artistas y héroes como
Marco Polo, sabios, santos, zafios, soldados, capitanes y almirantes con enorme panza de sapos,
don José Santos Ossa y los atacameños, encima del nitrato tremendamente
robado a Chile, y las guaneras de Mejillones,
Recuerdos del pasado" y su autor vegetal el semental caballero don Vicente
Pérez Rosales, el último "don" escritor de la época, y el capitán
Pineda y Bascuñán o Pedro de Oña y el forastero español majestuoso como la Catedral de Burgos, en el Descubrimiento y
Conquista del país de O Higgins, don Alonso de Ercilla y Zúñiga
en sus testimonios a octava real de "La Araucana", gran tribuna
de Pedro de Valdivia,
Juan Godoy descubriendo en Chañarcillo el cínturón de plata de la República popular de Recabarren
y los parlamentarios radical-francmasones de Tarapacá — Antofagasta
— Atacama — Coquimbo — Aconcagua, el químico-poliglota-
dionysíaco Domingo Sanderson, periodista y polemista de material
grande con su sombrero de Escocia y su gran levita finisecular,
ellos todos muertos, con las mandíbulas aradas de eternidad y los hueso?
rugiendo cantan cuando yo canto mi canto,
son mi voz y mi condición de chileno como crujiendo en un gran huracán
de hojas, como saliendo y como rompiendo los viejos andrajos
del antaño antaño de antaño,
como un cañón disparado con atraso de mil años en un sepulcro;
el dolor que derramó el horror del hachazo mal pegado en la montaña y
la congoja gris del inventor fracasado, funeral-funerario, delirando en tristes hoteles o en cuartos de barrio de alquiler con
millones de pantalones parchados y el complejo de inferioridad
del escritor rico y tonto, la maldición de los conquistadores fallidos y de la moneda ilegal,
la última mirada de Giordano Bruno a sus asesinos, los verdugos de la
Inquisición, cuando les dijo desde las parrillas de la Edad Media:
"Tenéis mucho más miedo que yo, vosotros"
y la agonía soberbiamente espantosa del enorme Papa y maricón mundial
Alejandro VI, ei gran salvaje y gran amante clandestino de la
Iglesia, su querida, a la cual desnudaría en todas las plazas públi-
cas de la historia, como a una meretriz cualquiera,
la patada de burro de Sócrates, el asno genial de la moral del Estado, tan
macabro como Kant, "el reloj de Koenigsberg",
porque se es un genio y un bruto idiota cuando se dá a los conceptos el valor
de generadores de la realidad, como lo hizo Plotino o Platón, su
ama de cría,
o el gran sacristán metafísico Hegel y su criadero de existencialistas capones,
todos, hasta cierto "famoso" necio con sus alforjas y con sus redomas y con
sus pelotas al sol, aúllan en mis imágenes, en las que restalla el
látigo de los negreros de América encima de la rebelión de los
trabajadores, por caminos de fusilamiento;
si las piedras furiosas empuñan grandes espadas montando una gran yegua
de mar,
ladra un volcán moviendo la cola y rugiendo y el último de los árboles agita
una gran cadena de presidiarios en el atardecer, pronunciando
un esperpento tan idiota que parece un discurso del Pontificado,
mi conciencia, entre cien lideres,
se integra de estallidos del infinito natural y el instinto se me desencadena
como un perro de fuego que mordiera un saco de arañas,
porque soy lo mismo que el Faraón Hereje Akenathon cantando al Dios-Sol-
Agricultura, que dá comida y definiéndolo en imágenes de imágenes, como fenómeno artístico, desde el hongo de moho de tas
Pirámides, que son los urinarios del ultramundo,
o que el postrero de los rotos chilenos ametrallado por el pobre González
abandonado de Dios,
y cuando la gran tormenta social del siglo le desgancha la rama del espinazo
al esqueleto de la Gran Burguesía Americana, resurge la India
ancestral, emerge la China popular adentro del imperio de la
caída del sol,
el proletariado flamea como bandera ensangrentada y el capitalismo cruje
de ratones con inmenso horror,
¡yo estoy haciendo grandes procesos de multitud que avanza al asalto de las
barricadas tremendamente atoradas de cadáveres y sujeto los leones oceánicos desde el presente a aquel enorme ayer cuando
tus pechos eran dos jarrítos de plata,
sujeto las leonas oceánicas encima del minuto en el cual la Humanidad se
pone a llorar y a bramar a gritos contra la Humanidad
por la gran matanza internacional organizada por los neofascistas de Wall
Street, en sociedad de asesinos con el Vaticano, hasta que la
U. R. S, S. levante el sable de la justicia definitiva sobre la tierra
y les destine a los verdugos de los pueblos la gran patada en el
esternón!...
¿A dónde estarán los almaceneros quebrados de antaño en las provincias, los últimos empleados públicos de la aldea natal que
bebían aquellos enormes vinos de luto en el atardecer de mi
padre recordando lo pasado, siempre recordando lo pasado antepasado por preterición tan pretérita como el abogado Abarzúa:
el Notario, el Oficial del Registro Civil, el Preceptor del pueblo
o el difunto de hojalata mal llamado de Puturraga, que cantó
y plagió mi gran estilo de hombre el cual le ajusta a él como al
burro la jáquima?. . .
¿Y el procesado por abigeato o por haber robado por hambre o por haber
matado por hambre colosal
o haberle degollado al millonario, no la mujer ladrona, sino la flaca y
magra e inútil oveja de los hambrientos, porque es la entidad
metafísica del Estado burgués carcelario y aterrado y el agusanado brebaje del triste que emerge de la necesidad de acumular
comida?
El caballo de santo de polvo inmortal del único Miguel de la literatura, ¿no
estará haciendo restallar los siglos con el oro del llanto en este
presente, como grandes tablas que se rajasen medio a medio del
techo del mundo?
Todos los anónimos, los horrorosos anónimos que hicieron a patadas la Catedral Gótica o la casita a la orilla del río y se metieron alegremente adentro, los que tallaron las Esfinges de vientres sexuales
y los barcos vikingos con baba del alma y los que parieron en
flor los caminos del Inca, todos, definitivamente todos, he ahí
que aquí están gritando por debajo de la tos pulmonar de Hispanoamérica.
Y el tal "Hernán" ¿andará tan borracho y degenerado como y cuando
ejercía la prostitución?,.,
Y Rubén y "Santana" y Tomás, con "Eleazarcito", Oreste,"Manuelrojitas".
por cuyo prontuario corre la sangre tenebrosa de la calumnia y
la difamación y la mentira, ¿aun no los ajusticiaron en las inmen-
sas horcas huracanadas?...
Como un ataúd que volara y cruzara el gran océano desde para
siempre,
mi poema no tiene edad ni dimensión, existe a la manera inmortal del universo
y sus catástrofes, no tuvo principio ni fin, aunque de origen
piojoso e hidalgo español con indio adentro
y va cargado con la voluntad del mundo, con el mundo en las alforjas,
edificando con los anhelos de ía época la estatua de la época y llorando
los llantos tronchados y acumulados de las criaturas en un escrito
lleno de huevos de toro
exactamente que hablasen los vivos y los muertos cuando yo hablo.
Soy un explotado social expresando en la metáfora contemporánea
del explotado social expresado y popular
toda la cadena social de los encadenados sociales y su heráldica degolladamente dramática, con pelo crecido de muerte rugiente e inconsolable,
explotado entre explotados, desde los subterráneos épicos de la mocedad
y mí libertad de existir está condicionada por mi posibilidad de encontrar
la verdad del trabajo mundial
como un potro amarrado a una palabra en la flor de las botellas.
Heroicamente vivimos y queremos y creamos,
asoma !a pelada vejez su gran hoja de invierno total, pariendo entre la lluvia
inmensa de los cincuenta años su antigua paloma podrida,
como una gran flor en la cicatriz del pretérito somos los solos definitivos,
y aunque tú eres eterna como el mundo, el anecdotario social cuelga la
hilacha vital de un siglo poniente en nuestra gran figura y está
llorando en nosotros,
gente pobre vestida de pobre gente, pero polvosa y aterradora como la
pólvora o un azahar en el traje de novios de los antiguos muertos,
poetas conscientemente marxistas, creadores de vocabularios que retratan la
historia y se retratan en su corriente de alcohol enorme y quebrado que va a naufragar a la mar oscura de un complejo,
pequeñoburgueses que devienen héroes y se derrumban como murallas o
cuencas de viejas calaveras en el huevo de hueso de "Dios"..,
Un poco cenizas y leños, con el fusil del escritor democrático terciado
sin embargo y cargados de responsabilidad y misterio
como un pabellón enlutado, Winétt, congojosos,
echamos llamas bramando y llorando al pronunciar las viejas palabras del
amor de antaño, en un crepúsculo terriblemente decrépito de
profesor a la luz de un eclipse.
La sociedad está preñada de fuego y tú pareces una especie de
manzana de sol en las tinieblas o una gran canasta de nidos de
huevos de perdiz,
como todos los viejos no creemos ni en la nada ahora, sino en nosotros mismos como mito,
y en la gran doctrina que nos domina y dominándola estamos tan estupefactos, sudando de terror como en la juventud remota en el
momento del endurecimiento arterial y el gran otoño dramáticamente cruzado por el caballo de fuego de Mao Tse Tung,
percherones de comerciante, tiramos los carromatos del trabajo del explotado
en despoblado,
trabajadores intelectuales, como trabajadores intelectuales del proletariado
continental vivimos y sufrimos el enorme callo del alma,
sublimando la peripecia en la epopeya de la creación estética
y al amasar las propias entrañas, el linaje mundial emerge del agonizante
relinchando como caballo colorado.
Echo de menos mi polvorosa-antañosa escopeta de leñador y mi gran
hacha antigua para escribir el devenir humano
y cuando les fallan las glándulas a mis contemporáneos y se suicidan
arrojándose a la bacinica,
a los poetas se les cae la conciencia como a un imbécil los pantalones y
comienzan a sollozar las montañas arrodilladas en la soledad
universal, como si ellas también fueran ovejas a las que un cobarde va a desgollar,
¡yo contemplo, querida amiga, la figura de la revolución futura saliendo de
adentro del pecho de la Humanidad despedazada, porque quien
dice "Stalin" nombra la libertad.,,
¿No te parece que siempre deviene oro el barro cuando lo quemamos?
Es entonces endureciéndonos como la piedra de los sepulcros como nos plantamos frente a frente a la invasión histórica,
y quedamos como los acueductos subterráneos en el corazón de las urbes
modernas,
cantando por abajo la gran tonada del agua incomparable, que es una niña
pura con vestido de cristal o un toro
que brama con la garganta llena de uvas
en todo lo hondo de la historia, allí donde la espiga se transforma en
sangre, relincha como potranca,
y rugen las médulas del hierro o el corazón de los héroes,
O como adentro de atardeceres de degüellos y ahorcamientos,
con quebrazón de mundos y caída de cadáveres de regímenes debajo del
arado de la Revolución,
se derrumban las infamias y las iglesias arrastrando los Negociados con la
lengua afuera
y nosotros nos erguimos precisamente encima de antiguas catástrofes como
los cascos de los soldados después de la gran matanza.
¿Atardeciendo o amaneciendo alumbran los astros antiguos?
Ronca la aurora en los escombros de la noche y el parto colosal se anuncia con quejidos y bramidos
como la parición de las leonas. ..

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