martes, junio 14, 2011

TEATRO DE SOMBRAS por THOMAS HARRIS



Pero estábamos en el Hotel King:
proyectadas sombras chinas marionetas actores
agónicos sobre los muros pálidos
como éramos nada más un simple haz
de luz sobre la ilusión derruida de este mundo
proyectado sobre los pálidos muros del Hotel King.
Las imágenes habían abierto una escalera oscura,
colgante sobre un tiempo impregnado de humedad ventral
y presagios. Nos abrieron una escalera al frente
para que ahora, anhelantes, ascendiéramos por ahí.
Tu cuerpo era un fulgor tenue en la densidad de la
escalera y yo te seguí porque tú parecías abrir
la espesura de lo oscuro con su ensoñada complexión.
Las puertas se abrían las puertas se cerraban.
Los pasillos subían hasta el entretecho
multiplicándose por las
cabeceras de los catres. Había más cuerpos entre nosotros,
no sé si muchedumbres, pero no estábamos solos.
Los cuerpos en los catres estaban muertos.
Los cuerpos en los catres estaban vivos
los cuerpos en los catres no estaban vivos.
Jamás sabré si hubo una ventana, pero se filtraba
sobre los muros pálidos el fulgor verde de un letrero
luminoso. Y en el delirio que acompaña al amor,
en el delirio impune en que terminábamos todos
comenzamos a imaginarnos cosas.

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