lunes, junio 13, 2011
VISIONES DE LAS HIJAS DE ALBION por WILLIAM BLAKE
El ojo ve más de lo que el corazón sabe.
ARGUMENTO
Amé a Theotormón sin avergonzarme. ¡Me estremecí con virginal temor y me oculté en el valle de Leutha! Tomé la flor de Leutha y me oculté sobre el valle, pero horribles truenos rasgaron en dos mi manto virginal.
VISIONES
Las hijas de Albión lloraban esclavizadas dejando escapar temblorosos
lamentos por las montañas.
En los valles, suspiros que se dirigen a América.
En busca de la tierna alma de América Oothoon erró, doliente, por los valles de Leutha cogiendo flores para reconfortarse. Y así dijo al brillante girasol:
—¡Eres una flor! ¡Una ninfa! ¡Te veo a veces como una flor y a veces uno una Ninfa! ¡No me atrevo a arrancarte de tu lecho bañado de Rocío.!
Respondió la ninfa dorada: Toma mi flor, dulce Oothoon. Otra crecerá, porque el alma del dulce deleite nunca se puede agotar. Callo, cerrando su áureo santuario.
Oothoon arrancó entonces la flor diciendo: De tu lecho te separo, dulce flor, y aquí te dejo, entre mis pechos, para que resplandezcas. Así vuelvo el rostro hacía donde mi alma te busca.
Anduvo sobre las ondas, presa del delicioso, vivaz y eufórico deleite y hacia el reino de Theotormón encaminó su vigorosa carrera.
Bromión la desgarró con su rayo. En su lecho de tempestades yace la desmayada doncella; y pronto su dolor conmueve al tosco rayo.
Bromión habló: He ahí, en el lecho de Bromión, a esa ramera. Que los
celosos delfines jueguen en torno a la niña encantadora. Tus suaves
planicies americanas mías son y míos tu norte y tu sur. Marcados con
mi emblema están los cetrinos hijos del sol. Son obedientes; no se
resisten; se pliegan a los azotes.
Sus hijas veneran al terror y acatan al violento.
Ya puedes casarte con la prostituta de Bromión y proteger al hijo de la
cólera de Bromión, que Oothoon echará al mundo
dentro de nueve meses.
Luego, las tempestades desgarran los miembros de Theotormón, quien se rodea de olas y pliega sus celosas alas negras en torno a la pareja adúltera.
Atados entre sí por la espalda, el terror y la docilidad se hospedan en
las cavernas de Bromión.
Ante la entrada, Theotormón se sienta, procurando conmover al duro umbral con lágrimas secretas. Debajo suyo, un sonido como el de las olas en una orilla desértica y voces de esclavos bajo el sol. Niños que se compran con dinero tiemblan en religiosas cavernas bajo los ardientes fuegos de la lujuria eructada por las cumbres de la tierra.
Oothoon no llora ¡no puede llorar! Sus lágrimas están aprisionadas, Pero puede gemir sin pausa, retorciendo sus dulces miembros de nieve, y llamar a las águilas de Theotormón para que hagan presa de su carne.
¡Clamo con sagrada voz! ¡Reyes del aire sonoro, desgarren este seno mancillado para que pueda reflejar la imagen de Theotormón en mi pecho puro y transparente! A su llamada, las águilas descienden y destrozan su presa ensangrentada.
Theotormón sonríe severamente y el alma de ella refleja su sonrisa como la clara primavera embarrada por las patas de las bestias, gana pureza y sonríe.
Las hijas de Albión escuchan sus gemidos y devuelven en eco sus suspiros.
—¿Por qué mi Theotormón permanece lloroso en el umbral? Oothhoon ronda cerca suyo, tratando en vano de convencerle. —Te pido, Theotormón, que te incorpores, pues el perro del poblado ladra al alba. El ruiseñor ya no se lamenta, la alondra en el cereal maduro murmura y el águila retorna de su nocturna cacería alzando su pico dorado en dirección al este puro y sacudiendo el polvo de su ala mortal para despertar al sol que duerme demasiado. Levántate, Theotormón mío, que soy pura.
La noche que me encarcelará en su negrura horrenda se ha ido. Me dijeron que el día y la noche serían todo cuanto podría ver; me dijeron que poseía cinco sentidos y que ellos me aprisionarían; confinaron mi cerebro infinito en un círculo estrecho y sumieron a mi corazón en un abismo, en una esfera roja, ardiente, hasta que olvidé y borré todo lo de la vida.
En lugar de la mañana, una brillante sombra amanece, semejante a un ojo de la nube oriental. En lugar de la noche, un pestilente matadero. ¡Pero Theotormón no me escucha! Para él, noche y mañana son iguales. Noche de suspiros, mañana de nuevas lágrimas. Y sólo con Bromión puede escuchar mis lamentos.
¿Sirviéndose de qué sentido elude el polluelo al halcón hambriento?. Con qué sentido la dócil paloma mide la amplitud? . ¿Con qué sentido construye la abeja sus celdas? .¿El ratón y la rana carecen de ojos, oídos y de tacto? Pero sus habitáculos y propósitos tan diferentes son como sus formas y dichas.
Pregunten al rústico asno por qué rehusa la carga y al sumiso camello por qué ama al hombre. ¿Por sus ojos, oídos, boca, piel u olfato? No, que también los poseen el lobo y el tigre,
Pregunten al ciego gusano por los secretos de la tumba o por qué sus espiras se deleitan en formar rizos en torno a los huesos de la muerte y pregunten a la voraz serpiente dónde obtiene su veneno; y al águila alada por qué ama al sol y después revélame los pensamientos del hombre que hace tiempo se han ocultado.
Silente rondó la noche entera; todo el día podría callar si Theotormón sólo una vez hacia mi madriguera dirigiera sus ojos amados. ¿Cómo una mujer mancillada podría reflejar tu imagen pura? Más dulce es el fruto que nutre al gusano y el alma en la que ha hecho presa el dolor; y el cordero recién bañado que el humo del poblado que apenas mancha; y el bello cisne junto a la roja tierra de nuestro río inmortal donde lavó mis alas. Y soy blanca y pura al desplegar mi vuelo sobre el pecho de Theotormón.
Entonces Theotormón rompió su silencio. Y respondió: Dime ¿Qué diferencia existe entre el día y la noche para quien vive abrumado de dolor? Dime ¿qué es una dicha? ¿En qué jardines crecen las alegrías?
¿En qué río nadan las penas? ¿Sobre qué montañas ondean las sombras del descontento? ¿En qué moradas se alberga el miserable ebrio de dolor olvidado y ajeno a la fría desesperanza?
Dime dónde moran los olvidados pensamientos hasta que tú les llamas. Dime dónde viven las dichas de otrora; dónde los antiguos amores. ¿Cuándo revivirán? ¿Cuándo transcurrirá la noche del olvido? ¡Ah, si pudiese atravesar tiempos y espacios remontísimos para aportar consuelo a un pesar actual y a una noche de dolor! ¿Adónde te has marchado, pesar mío? ¿A que distante tierra diriges tu vuelo?
Si volvieras a los presentes momentos de aflicción ¿traerías en tus alas consuelo y rocío y miel y bálsamo, o con veneno a los ojos del envidioso extraído vendrías del erial desierto?
Entonces dijo Bromión estremeciendo con su lamento la caverna: Ya sabes que los viejos árboles vistos con tus ojos dan fruto; pero ¿Sabias que los viejos árboles y frutos crecen en la tierra para gratificar , sentidos ignorados?. Animales de los árboles y aves desconocidas; desconocidas, no imperceptibles si se extienden ante el infinito microscopio, existen en sitios nunca visitados aún por el viajero o en mundos con otra clase de mares o en desconocidas atmósferas.
¿Existen guerras, fuera de las guerras de la espada y el fuego? ¿Existen dolores fuera de los dolores y la indigencia? ¿Existen dichas fuera de las dichas de la riqueza y la holgura? ¿Acaso hay más de una ley para el león y el buey?
¿No existe el fuego eterno y las eternas cadenas para apartar a los fantasmas de la existencia y de la vida eterna?
Oothoon esperó en silencio el día entero y la noche.
Al despuntar el alba reanudó sus lamentos y las Hijas de Albión escucharon la expresión de su miseria e hicieron eco a sus suspiros.
¡Urizen, creador de los hombres, confundido demonio del cielo! ¡1ágrimas son tus dichas! Vano es tu esfuerzo de crear hombres según tu imagen.
¿Cómo podría una dicha absorber a otra? ¿No existen acaso alegrías distintas, santas, eternas, infinitas? Y cada una es un Amor.
¿No ríe grande la boca ante el obsequio? ¿Los finos párpados se mofan del trabajo que supera todo pago y vas a elegir al simio como
consejero? ¿Al perro como maestro de tus hijos? Quien desdeña la pobreza y quien se aparta con aborrecimiento de la usura ¿sienten idéntica pasión? ¿Se conmueven del mismo modo?
Cómo podría el dador de regalos experimentar las delicias del mercader?.
¿Cómo el ciudadano industrioso, los dolores del campesino?
¡Oué diferentes son ambos del engordado mercenario de vacuo tambor, que reduce los campos y granos a la esterilidad y canta en el zarzal! ¡Cómo difieren sus ojos y sus oídos! ¡Qué diferente es para los dos el mundo! ¿Con qué propósito exige el sacerdote al campesino su trabajo? ¿Cuáles son sus redes, sus redes y trampas? Le envuelve de fríos diluvios abstractos y de bosques de soledad para que levante castillos y torres en que reyes y sacerdotes habrán de morar.
La que rebosa de juventud y carece de destino cierto se ve unida por artilugios legales a quien aborrece ¿ha de arrastrar la cadena de la vida con anhelo cansado?. ¿Han de oscurecer sus criminales pensamientos el claro cielo de su eterna primavera?. ¿Engendrará la ira invernal de un implacable terror que lleva a la locura al verse sujeta al cetro que todo el día pesa sobre sus encogidos hombros? ¿Pasará sus noches dando vueltas a la rueda del falso deseo y a los anhelos que despiertan su seno al aborrecido nacimiento de querubines con forma humana, que viven una enfermedad, mueren como el meteoro y desaparecen?.
El niño vive con quien odia y realiza hechos que le repugnan; usando su fuerza, el azote impuro planta su semilla, que dará lugar al nacimiento prematuro para que sus ojos por siempre puedan contemplar las flechas del día.
¿Venera el cachalote tus umbrales como el perro hambriento? ¿Husmea la presa de la montaña con la boca entera sumida en el océano? ¿Disciernen sus ojos la nube fugitiva como los ojos del cuervo? ¿Mide los espacios como el halcón?. ¿Puede la araña móvil contemplar los acantilados del águila, ocultos a sus pequeños?. ¿Se regocija la mosca porque llega la cosecha?
¿Acaso el águila no desprecia la tierra y desecha los tesoros que cubre? Pero el topo sabe lo que allí hay y el gusano ya te lo dirá: ¿no erige él una columna para que no vaya a desmontarse el cementerio y un
palacio eterno ante las quijadas de la tumba voraz?.
Sobre su pórtico constan estas palabras: ¡Aprovechen la bendición, hombres, que dulces serán sus paladares y dulces sus renovadas alegrías infantiles!.
¡Infancia intrépida, lujuriosa y dichosa que anida en regazos placenteros buscando placer! ¡Inocencia! Sincera, abierta, curiosa de probar las
alegrías de la luz matinal; abierta a la bendición virginal que te enseño la modestia, la sutil modestia. Hija de la noche y el sueño ¿fingiste al despertar desconocer tus alegrías secretas o dormías al revelarse ese misterio?.
Luego te adelantaste, modesta virgen que sabes disimular, llevando
redes que bajo tu almohada hallaste para cazar con ella la virginal felicidad y marcarla
con fuego como prostituta para venderla en la
noche silenciosa que no deja escapar ni un susurro y que en apariencia duerme.
Sueños religiosos y santas vísperas encienden tus fuegos humeantes.
En otros tiempos tus fuegos fueron hinchados por los ojos de la
honesta mañana ¡y mi Theotormón busca tan hipócrita modestia!
¡Tan enterada, astuta, secreta, temerosa, prudente y temblorosa
hipócrita!.
iDe modo que Oothoon es en verdad una prostituta! ¡Y todas las
dichas virginales de la vida son cosa de meretriz! Theotormón apenas es el sueño del
enfermo y Oothoon la mañosa esclava de la egoísta
beatitud.
Pero no: Oothoon no es eso, sino una virgen plena en virginales
fantasias dada a la alegría y a la delicia, en cuanto aparece la belleza.
Sí en el sol de la mañana la hallo, a ella se adhieren mis ojos en feliz cópula.
Y si la encuentro en el tibio atardecer, cansada del trabajo; me siento en un banco para
gozar los placeres que me otorga esta dicha
que libre ha nacido.
¡E1 momento del deseo! ¡El momento del deseo! La virgen que anhela un hombre, abrirá su seno a inmensos goces en las sombras secretas de su estancia y el joven apartado del sensual placer olvidará generar y crear una amorosa imagen a la sombra de sus cortinas y entre los pliegues de su almohada silenciosa. ¿No son estos los lugares de la religión y las recompensas de la continencia?
¿Las propias delicias de la propia negación? ¿Por qué buscas la religión?.
¿Es porque los actos no son bellos y buscaste la soledad donde la horrible penumbra
queda marcada con los reflejos del deseo?
¡Padre de los Cielos, que la tierra te maldiga!
¿Por qué has enseñado a Theotormón algo tan condenable?
Hasta que la belleza se desvanezca que mis hombros sombríos y
expulsados, una solitaria sombra llorará en la ribera de
la falta de identidad.
Exclamo: ¡Amor! ¡Amor! ¡Amor, felicísimo amor, libre como el viento de la montaña!
¿Puede ser amor esto de beberse a otro como la esponja absorbe agua? ¿Esto, que nubla con celos sus noches y con llantos el día entero? ¿Lo que causa tejer una red de edades a su alrededor?
¿Gris y cano? ¡Oscuro!.
Hasta que sus ojos se emborrachan con el fruto que sale ante la vista. ¡Así es el amor de sí mismo que todo lo envidia! Es un reptante esqueleto de ojos como lámparas, que vigila el tieso lecho matrimonial. Pero sedosas mallas y trampas de cortejos sembrará Oothoon para atrapar muchachas de dulce plata o de furioso oro y ofrecértelas en un cascabel, a tu lado me tumbaré para presenciar sus desenfrenados juegos, sus encantadoras cópulas, bendición sobre bendición, con Theotormón.
Roja cono la rosada mañana, voluptuosa como el primer rayo del día, Oothoon verá sus preciosas delicias, que ya no cubrirá la nube celosa, llegar al cielo del generoso amor, libre de la plaga egoísta.
¿Pasea el sol vestido en gloria por el suelo secreto donde el frío avaro extiende su oro? ¿Se posa la nube refulgente ante su pétreo umbral? ¿Pueden sus ojos contemplar el rayo que aporta expansión al ojo piadoso? ¿Se atará a si mismo, junto al buey ante tu frío surco? ¿Acaso el cálido rayo no mancha al murciélago, al búho, al tigre resplandeciente, monarca de la noche?
El ave marina aprovecha la bocanada de aire invernal para cubrirse con ella y la serpiente salvaje,
el lodo pestilente para engalanarse con gemas y oro Árboles, pájaros, bestias y hombres contemplan sus goces imperecederos. ¡Incorpórense, altas sesgadas, y canten su alegría infantil! ¡Incorpórense para beber su bendición, que todo cuanto existe es sagrado! Así es como cada mañana se lamenta Oothoon. Pero Theotormón permanece inmóvil junto al océano, conversando con las horrendas sombras. Las Hijas de Albión escuchan los lamentos de Oothoon y devuelven en eco sus suspiros...
Etiquetas:
poesía universal,
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