jueves, julio 25, 2013

LA ASOCIACION ROJA por MIKHAIL BAKUNIN


La Libertad política sin la igualdad económica es una pretensión, un fraude, una
mentira; y los trabajadores no desean mentiras.
Los trabajadores se esfuerzan luego, necesariamente, en una transformación
fundamental de la sociedad, el resultado de la cual debe ser la abolición de las clases,
igualmente en lo económico como en sus aspectos políticos: un sistema social en el
cual todos los hombres entrarán en el mundo bajo condiciones especiales, podrán
desplegarse y desarrollarse, trabajar y gozar de las cosas buenas de la vida. Éstas son
las demandas de la justicia.
¿Pero cómo podría, desde ese abismo de ignorancia, de miseria y esclavitud, en
que los trabajadores sobre la tierra y en las ciudades son hundidos, llegar a aquel
paraíso, los logros de justicia y humanidad? Para ello los trabajadores tienen un
medio: la Asociación de Consejos.
A través de la Asociación ellos se refuerzan, mutuamente se mejoran el uno al
otro y, a través de sus propios esfuerzos, hacen a un lado esa ignorancia peligrosa que
es el sustento principal de su esclavitud. Por medio de la Asociación ellos aprenden a
ayudar y apoyarse entre si. Por eso ellos convocarán, finalmente, un potencia que se
demostrará más poderosa que todo el capital burgués confederado y poderes políticos
reunidos.
El Consejo debe convertirse en la Asociación en la mente de cada trabajador.
Debe convertirse en la contraseña de cada organización política y de agitación de los
trabajadores, la contraseña de cada grupo, en cada industria en todas partes de la
tierra. Indudablemente el consejo, es la muestra más grandiosa y esperanzada de la
lucha proletaria, un presagio infalible de la próxima emancipación completa de los
trabajadores.
La experiencia ha demostrado que las asociaciones aisladas no son más
poderosas de lo que son los trabajadores aislados. Hasta la Asociación de todas las
Asociaciones de Trabajadores de un país solo no sería suficientemente poderosa para
levantarse en conflicto contra la combinación Internacional de toda ganancia que hace
el capital mundial. La ciencia económica establece el hecho de que la emancipación del
trabajador no es sólo una pregunta nacional. Ningún país, no importa cuan rico,
poderoso, y bien servido sea, puede emprender -sin arruinarse y rendir a sus
habitantes a la miseria- una alteración fundamental en las relaciones entre el capital y
el trabajo, si esta alteración no es lograda, al mismo tiempo, al menos, en la mayor
parte de los países industriales del mundo. Por consiguiente, la pregunta de la
emancipación del trabajador del yugo del capital y sus representantes, los capitalistas
burgueses es, ante todo, una pregunta Internacional. Su solución, por tanto, sólo es
posible a través de un Movimiento Internacional.
¿Este Movimiento Internacional es una idea secreta, una conspiración? En
absoluto. El Movimiento Internacional, el Consejo de Asociación, no dicta desde arriba
o prescribe en el secreto. El federa desde abajo y va a mil cuartos. Habla en cada
grupo de trabajadores y abraza la decisión combinada de todas las facciones. El
Consejo vive la democracia: y siempre que la Asociación formula proyectos, esto lo
hace abiertamente, y habla a todos quienes quieran escuchar. Su palabra es la voz del
trabajo que recluta energías para el derrocamiento de la opresión capitalista.
¿Qué dice el Consejo? ¿Cuál es la demanda que hace a través de cada
asociación de aquellos que trabajan y piensan, en cada fábrica, en cada país? ¿Qué
pide? ¡Justicia! La justicia más estricta y los derechos de la humanidad: el derecho de
hombres, mujeres y niños, independiente de toda distinción de nacimiento, de raza, o
de credo. El derecho de vivir y la obligación de trabajar para mantener ese derecho. El
servicio de cada uno a todos y de todos a cada uno. Si esta idea aparece espantosa y
prodigiosa a la sociedad burguesa existente, tanto peor para esta sociedad. ¿Es el
Consejo Acción una empresa revolucionaria? Sí y no.
El Consejo de Acción es revolucionario en el sentido que substituirá a la
sociedad basada sobre la injusticia, la explotación, el privilegio, la pereza, y la
autoridad, por una que se funde sobre la justicia y la libertad para toda la humanidad.
En una palabra, quiere una organización económica, política, y social, en la cual cada
persona, sin prejuicio alguno respecto de sus idiosincrasias naturales y personales,
encontrará igualmente posible desarrollarse, aprender, pensar, trabajar, ser activa, y
gozar de una vida honorable. Sí, esto desea; y repetimos una vez más, si ello es
incompatible con la organización social existente, tanto peor para esta sociedad.
¿Es revolucionario el Consejo de Acción en el sentido de barricadas y de la
sublevación o manifestación violenta? No; el Consejo manifiesta poco interés en esta
clase de políticas; o, más bien, hay que decir que el Consejo no toma en absoluto
parte en ellas. Los revolucionarios burgueses, ansiosos por algún cambio de poder, y
los agentes policíacos, que encuentran ocupación en las explosiones pasajeras de ruido
y furia, se fastidian enormemente con el Consejo de Acción debido a la indiferencia de
este hacia sus actividades y esquemas de provocación.
El Consejo de Acción, la Asociación Roja de aquellos que quieren y trabajan,
comprendió, hace mucho, que el político burgués -no importa cuan rojo y
revolucionario haya podido parecer- nada ha servido para la emancipación de los
trabajadores, sino, mas bien, ha endurecido su esclavitud. Y aún cuando el Consejo no
hubiese comprendido este hecho, el juego miserable, que ocasionalmente juegan, el
burgués republicano e incluso el burgués socialista, habrían abierto los ojos de los
trabajadores.
El Consejo de Acción, siempre desarrollándose más completamente en el
Movimiento de los Trabajadores Internacionales, se sostiene con severidad a distancia
de las tristes intrigas políticas, y conoce hoy sólo una política para cada grupo y para
cada trabajador: su propaganda, su desarrollo y organización en la lucha y la acción. El
día cuando la mayoría de los trabajadores del mundo se haya asociado a través del
Consejo de Acción, se haya firmemente organizado a través del Consejo de Acción, y
así, firmemente organizadas sus divisiones en una solidaridad común de movimiento,
ninguna revolución, en el sentido de insurrección violenta, será necesaria. Así se verá
que los anarquistas no apoyan la violencia abortiva que sus enemigos les atribuyen.
Sin violencia, la justicia triunfará. La opresión será liquidada por el poder directo de los
trabajadores por medio de la asociación. Y si aquel día hay impaciente suplica, y algún
sufrimiento, esto será culpa de la burguesía que rechaza reconocer lo ocurrido con su
maquinación. Para el triunfo de la revolución social en sí misma, la violencia será
innecesaria.

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