sábado, agosto 31, 2013

EL GRAN RUIDO por FRANZ KAFKA


Estoy sentado en mi habitación, en el cuartel general del ruido de
toda la casa. Oigo cómo se cierran todas las puertas; el ruido que hacen
al cerrarse evita que oiga los pasos de los que las atraviesan, aunque
todavía oigo cómo se cierra el horno en la cocina. Padre echa abajo la
puerta de mi habitación y la atraviesa arrastrando su bata; en la habitación
contigua atizan las cenizas de la calefacción; Valli pregunta, gritando
desde el recibidor palabra por palabra, si ya se ha limpiado el
sombrero de padre; un borboteo, que me parece familiar, eleva el griterío
de una voz que responde. Llaman a la puerta de la casa y hace el
mismo ruido que una garganta acatarrada, se abre la puerta con el canturreo
de una voz femenina y se cierra con una sacudida despiadada.
Padre se ha ido, ahora comienza el ruido suave, disperso, desesperanzado,
iniciado por el canto de los dos canarios. Ya hace tiempo pensé,
con los canarios se me vuelve a ocurrir, si no podría abrir un poco la
puerta, arrastrarme como una serpiente hasta la habitación contigua y
desde el suelo pedir a mi hermana y a su institutriz un poco de silencio.


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