viernes, agosto 30, 2013

EL OFICIO por DANILO PEDAMONTE


Este acto sanguinario,
de dejarlo todo arriba del escritorio
de no hallar la paz ansiada,
este episodio macabro…
tan duro como derrumbar la casa donde naciste.
Ahogarse en un baño escondido de fétidas aspiraciones
ser el delincuente más buscado por tu imaginación
Acto sanguinario,
doloroso y triste:
sin nada que ofrecer a tu madre
sin nada que dar a un niño lastimado.
ser abofeteado constantemente por uno mismo
ser acorralado, estar enajenado y oculto de los rostros del
espejo.
Este acto sanguinario
de escribir, dejarlo todo arriba del escritorio
no lograr distinguir aún los colores
tomar la feca de uno mismo y untársela en el rostro
encender cigarros uno tras uno, a destajo.
Nadie vendrá este día…
no hay llaves para estas puertas ni ventanas donde logre
ingresar la existencia o algo de luz.
Hay que arrancarse las vestiduras,
llorar al hermoso flagelo de palabras que nacen como flores
en el fango en la habitación inhabitable, donde uno debe
sumirse en completa locura, sumirse en batallas terribles y
violentas, conquistando la lucidez aunque sea un instante
volver a la cordura, levantar el polvo del piso, deletrear tu
nombre para así recordar
[Quién eras.]
Todo un acto sanguinario…
un acto que se debe librar en busca del instante de equilibrio,
o dar un salto letal al entendimiento. “en las afueras de la
habitación, ella golpea las puertas en busca de él, de él que
yace en otro mundo.”

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