Un pedazo arrugado
de papel marrón
como del largo
y tamaño aparente
de un hombre
rodaba lentamente
por la calle una y otra vez
en el viento
cuando
un auto le pasó por
encima y
lo aplastó contra
el suelo. Se levantó
–pero no como el hombre–
y rodó de nuevo
en el viento
como lo hiciera antes
una y otra vez.
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