lunes, febrero 07, 2011

GRODEK por GEORGE TRAKL





Al atardecer se colman los bosques otoñales
Del eco de armas mortales, las planicies doradas
Y los lagos azules; sobre ellos rueda el sol
Tenebrosamente; la noche envuelve
Agonizantes guerreros, el lamento salvaje
De sus bocas destrozadas.
Pero silencioso se acumula sobre el prado,
Cual nube roja, donde habita un Dios furioso,
La sangre derramada, frescor de luna;
Todos los caminos desembocan en la negra putrefacción.
Debajo del ramaje dorado de la noche y de las estrellas,
Tambalea la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa,
Para saludar a los espíritus de los héroes, las cabezas sangrantes;
Y suenan suaves en los juncos las oscuras flautas del otoño.
[Ay orgulloso duelo!, oh, altares de hierro
La llama ardiente del espíritu se nutre hoy de un inmenso dolor,
Los nietos no nacidos.

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