lunes, febrero 07, 2011
EL PENSAMIENTO DE DEOLA por CESARE PAVESE
Deola pasa la mañana sentada en el café y nadie la mira.
A esa hora, en la ciudad, todos corren bajo
el sol aún fresco del alba.
Tampoco Deola busca a nadie,
sino que fuma con calma y respira la mañana.
Cuando trabajaba en el lupanar, a estas horas estaba
durmiendo para recobrar fuerzas: la colcha se
la ensuciaban con sus zapatazos obreros y
soldados,
clientes que la dejaban deslomada.
Pero serindependiente es otra cosa;
es posible hacer un trabajo a conciencia sin esfuerzo
excesivo.
El caballero de ayer la despertó temprano, la besó y se la llevó
(si fuese posible, querida, permanecería contigo en Turín)
consigo a la estación para que le desease un buen viaje.
Si bien algo aturdida, está ahora reposada; a Deola,
le complace ser libre y beberse la leche
y tomarse los bollos. Esta mañana, se siente dama a medias
y, si observa transeúntes, tan sólo lo hace para evitar el tedio.
Duermen en el burdel a esta hora y hiede a estadizo
-la dueña sale a dar una vuelta- y es una estupidez
quedarse encerrada.
Para deambular al anochecer por los locales, se
requiere buena presencia y en el burdel,
a los treinta, se ha perdido ya la que
quedaba.
Deola se sienta, mostrando su perfil a un espejo
y se contempla en el frescor del vidrio.
Tiene el rostro algo pálido: no es que el humo la empañe.
Frunce el entrecejo.
Para seguir en el burdel, precisaría
el talante que tenía Mari (porque, querida amiga,
los hombres vienen aquí para satisfacer los antojos
que no les sacian ni sus mujeres ni sus novias)
y Mari trabajaba incansable, rebosante de brío y excelente salud.
Los que transitan ante el café no distraen a Deola,
que únicamente trabaja de noche, mediante lentas conquistas
al ritmo de las melodías del local.
Mientras da una ojeada
a un cliente o está buscándole el pie,
se complace con las orquestas
que la hacen pareja a una actriz
en su escena amorosa con un rico galán.
Un cliente por noche le da para ir viviendo.
(Tal vez el caballero de ayer querría verdaderamente que me fuese con él.)
Estar sola, si le place, por la mañana y sentarse en el café.
Sin buscar a nadie.
Etiquetas:
CESARE PAVESE,
poesía universal
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