Busco a mi hijo, señor,
salió una mañana,
y nunca volvió.
Tiene veinte años, señor,
es joven y hermoso,
y nunca volvió.
Anduve y anduve, señor,
tras una noticia,
siquiera una voz,
un nombre tan sólo,
el suyo: Manuel.
Por qué no contesta, señor,
no mire tan duro,
no escupa mi cara,
no cierre la puerta!
Perdone si vuelvo,
mañana otra vez, señor.
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