sábado, octubre 12, 2013

HABLANDOLE AL CHE por LEOPOLDO AYALA


Ha llegado la hora de explicarte.
Me quitó esta certeza tuya con mi palabra a lo futuro.
Que se abra la puerta de tu muerte un instante.

(Simón, Cuba, el moro, el chino y dos más al suelo
del lavadero, cinco olvidados serenamente
al escenario del mundo. Y ya no más).

Mis manos llenas de caricias me asfixian,
Ahogan el amor que he llevado.
Suponiendo que no tienes un rostro de vida;
Hay he salido a enterrarte, comandante.
Llevo cumpliendo conmigo el deber de todas las partes.

El Napalm B se adhiere a la piel humana
Y no es posible apagarlo.
Carne sola regresando su hablar por si desnudo.
En total sólo en 66, 2 toneladas
Por cada 40 vietnamitas.
No se como enterrarte.

Ni siquiera tu nombre o tus señas te llevas,
Tus señas recorridas nuevamente
Uniformes en el cemento del frigorífico:
―Edad aproximada: 40 años, 1.73 de estatura.
 Blanco. Cabellos castaños rizados, bigote y barba
Crecidos. Cejas pobladas. Nariz recta, labios
Delgados, boca ―entreabierta‖ (sic), dentadura
En buen estado, ojos ligeramente azules.
Constitución regular. Pies y manos bien
Conservados. Cicatriz que abarca casi todo
El dorso de la mano izquierda‖ 3.524,272 de tus dos manos.

Ahora el odio me da aliento para hablar,
Juicio de Camiri aprendido en su monografía animal.
Dolor de la India y Vietnam y Biafra y Latinoamérica,
Y para todo esto tu sólo nomás muerto y inmortal.
Ralph Shelton Pappyu.s mierda de instrucción
A cien kilómetros de Santa Cruz. USA green vered.
Tu muerte Che palpitación profunda de la vida. Pero nosotros.

Los que tenemos el puño pegado y sin caricia,
Los que hemos abrazado a nuestro hijo
Como crueldad antigua.
Los que hemos llevado
La violencia en las niñas de los ojos.
Los que Encabritamos el horror con la fuerza de los dientes.
 Los que llevamos los dedos erectos
Con la señal de la libertad,
Nosotros los jóvenes, sabemos lo que fuiste.
Duramente se aprende la lección
Y prueba que aún vivimos.
Cuesta tu muerte, cuesta la muerte.

Alto de octubre 9 de tu muerte.
Alto de octubre 2 de nuestra muerte.
Alto de horror de bayoneta
Que se parte sobre los huesos.
 Alto de disparo que lleve al porvenir entre el casquillo.
Alto el tanque que arrastra el sudor y la palma
De la mano recién hecha al polvo.
Pretendieron ser bestias
Y al forcejear en su misma enfermedad desesperante sonó mal;
Entonces comenzaron a hundirse hacia los niños;
Quebraron y ennegrecieron sus cuerpos.
Tú no los viste, Che muerto, no los viste
 Entonces comenzaron a contar tu caída
Y mataron y mataron.

Cada vez que miro sus caras, te acabas de morir.
Cada vez que miro tu cara te acabas de morir.
Pero no has entrado en tu muerte tan enorme
Y somos muchos los que arrastramos tu boca
Y crueles somos a las miserias que pararon
Estos años. No te entierro dirigente. No te entierro,
Sólo un puñado de tierra arrojo a la herida
Definitiva de tu pecho
Que balancee todo el amor que te compartió.
No te entierro, comandante.
Si algún hombre quiere algo de la vida fuiste.
Ernesto Guevara de la Serna Che, comandante
―¡Hasta la victoria siempre!

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