sábado, octubre 19, 2013
SOCIALISMO SIN ESTADO: ANARQUISMO por MIJAIL BAKUNIN
El efecto de los Grandes Principios Proclamados por la Revolución
francesa. Desde aquel tiempo, cuando la Revolución bajó a las masas su Evangelio -
no el místico sino el racional, no el celestial sino el terrenal, no el divino sino el
Evangelio humano, el Evangelio de los Derechos del Hombre- desde entonces proclamó
que todos los hombres son iguales, que todos los hombres tienen derecho a la libertad
y la igualdad; las masas de todos países europeos, de todo el mundo civilizado,
despertaron entonces, gradualmente, del sueño que los había mantenido en la
esclavitud desde que la Cristiandad los drogó con su opio, y comenzaron a preguntarse
si ellos también tenían el derecho a la igualdad, a la libertad, y a la humanidad.
En cuanto esta pregunta ha sido planteada, la gente, guiada por su admirable
sentido común, así como por sus instintos, se dio cuenta de que la primera condición
para su emancipación verdadera, o humanization, era, por sobre todo, un cambio
radical en su situación económica. La primera pregunta, justamente, estaba
relacionada con el pan de cada día, pues como ha sido ya notado por Aristóteles, el
hombre, para pensar, para sentirse libre, para hacerse hombre, debe ser liberado de
los cuidados materiales de la vida diaria. En realidad, el burgués, quien está tan
vociferante en sus greguerías contra el materialismo de la gente y quien predica a ellos
las abstinencias del idealismo, lo sabe muy bien, ya que ellos ellos mismos lo predican
sólo con la palabra mas no con el ejemplo.
La segunda pregunta que surge entre las personas, la del ocio luego del trabajo,
es también condición indispensable de humanidad. Pero pan y ocio nunca pueden
obtenerse independientes de una transformación radical de la sociedad existente, y eso
explica por qué la Revolución, obligada por las implicaciones de sus propios principios,
dio a luz al Socialismo.
El socialismo es la Justicia... El socialismo es la justicia. Cuando hablamos de
justicia, entendemos por esta no la justicia contenida en los Códigos y en la
jurisprudencia Romana -los cuales se han basado, en gran medida, sobre las verdades
de la violencia alcanzada por la fuerza, violencia consagrada por tiempo y las
bendiciones de alguna iglesia u otro (cristiano o pagano), y por lo cual se ha aceptado
como principio absoluto, que toda ley debe ser deducida por un proceso de
razonamiento lógico- no, hablamos de aquella justicia que está basada únicamente
sobre la conciencia humana, la justicia que ha de ser encontrada en el conocimiento de
cada hombre -hasta en los de niños- y que puede ser expresada en una sola palabra:
equidad.
Esta justicia universal que, debido a las conquistas por la fuerza y a las
influencias religiosas, aún nunca ha prevalecido en los ámbitos políticos, jurídicos o
económicos, debería hacerse la base del nuevo mundo. Sin ella no puede haber ni
libertad, ni república, ni prosperidad, ni paz. Es ella entonces quien debe gobernar
nuestras resoluciones para que trabajemos con eficiencia en el establecimiento de la
paz. Y es esta justicia, la que nos impulsa a asumir la defensa de los intereses de la
gente terriblemente maltratada y a exigir su emancipación económica y social con
libertad política.
El Principio Básico del Socialismo. No proponemos aquí, caballeros, este u
otro sistema socialista. Aquello que ahora exigimos es la proclamación nuevamente del
gran principio de la Revolución francesa: que cada ser humano pueda poseer los
medios materiales y morales para poder desarrollar así su humanidad, un principio
que, en nuestra opinión, debe ser traducido en el siguiente problema:
Organizar la sociedad de tal manera que cada individuo, hombre o mujer, pueda
hallar, al entrar en la vida, medios aproximadamente equivalentes para el desarrollo
de sus diversas facultades y de su ocupación laboral. Y organizar dicha sociedad de tal
forma que haga imposible la explotación de algun trabajador, lo cual permitirá a cada
individuo disfrutar de la riqueza social, la cual, en realidad sólo se produce por el
trabajo colectivo; pero sólo para disfrutarla en cuanto él contribuya directamente hacia
la creación de dicha riqueza.
Rechazo al Socialismo Estatatista. La consecución de esta tarea desde luego
tomará cientos de años de desarrollo. Pero la historia ya la ha traído ante nosotros y
de aquí en adelante no podemos hacer caso omiso a ella sin condenarnos a declarar
nuestra total impotencia. Nos apresuramos en agregar aquí que enérgicamente
rechazamos cualquier tentativa de organización social que no admitía la libertad más
amplia tanto de los individuos como de las organizaciones, o que requiera la
instauración de cualquier régimen de poder. En nombre de la libertad, la cual
reconocemos como fundamento único y único principio creativo de la organización,
económica o política, protestaremos contra todo aquello que remotamente pueda
parecerse al Comunismo Estatista, o al Socialismo Estatista.
Abolición del Derecho de Herencia. La única cosa que, en nuestra opinión, el
Estado puede y debería hacer es modificar poco a poco la ley de herencia para llegar
cuanto antes a su completa abolición. Aquella ley es puramente una creación del
Estado, y una de las condiciones de existencia misma del Estado autoritario y divino, y
ella puede y debería ser suprimida por la libertad en el Estado. En otras palabras, el
Estado debería disolverse en una sociedad libremente organizada de acuerdo con los
principios de justicia. El derecho de herencia, en nuestra opinión, debiera suprimirse,
ya que mientras exista perdurará la desigualdad económica hereditaria, no la
desigualdad natural de los individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello
siempre engendrará la desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formación de las
mentes, y cuya continuación sería la fuente y la consagración de todas las
desigualdades políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para
cada uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización económica y política de
la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida, y por la que
cada uno, dirigido en su propia naturaleza, será el producto de sus propios esfuerzos.
En nuestra opinión, la propiedad de los difuntos debería acumularse a los fondos
sociales para la instrucción y la educación de los niños de ambos sexos, que incluye la
manutención de ellos desde su nacimiento hasta que alcancen la mayoría de edad.
Como eslavos y como rusos, queremos agregar lo que consideramos una idea social
fundamental, la cual se basa sobre el instinto general y tradicional de nuestros
pueblos, y que consiste en que la propiedad de toda la gente, debería ser poseída sólo
por aquellos que le cultivan con sus propias manos.
Somos unos convencidos, caballeros, de que este principio es justo, que es la
condición esencial e inevitable de toda reforma social seria, y, por consiguiente, Europa
Occidental a su turno no dudará en reconocer y aceptar este principio, no obstante las
dificultades de su realización en países como Francia, por ejemplo, en donde la
mayoría de campesinos posee la tierra que ellos cultivan, pero en donde la mayor
parte de esos mismos campesinos pronto terminarán por no poseer nada, debido al
parcelamiento de la tierra que viene como resultado inevitable del sistema político y
económico que ahora prevalece en Francia. Sin embargo, nos abstendremos de ofrecer
cualquier oferta contra la pregunta de tierra... Nos limitaremos ahora a proponer la
siguiente declaración:
La Declaración del Socialismo. "Convencidos de que la realización seria de la
libertad, la justicia, y la paz será imposible mientras que la mayoría de la población se
halle desposeída de las elementales necesidades, mientras estén privados de la
educación y condenados a la insignificancia y a la esclavitud política y social -de hecho,
si no por la ley, por la pobreza así como por la necesidad de trabajar sin descanso u
ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo ahora está orgulloso, y
recibiendo a cambio sólo una pequeña parte de la torta, la que apenas basta para
asegurar su sustento para al día siguiente;
"Convencidos de que para las masas del pueblo, terriblemente maltratadas
durante siglos, el problema del pan es el problema de la emancipación mental, de la
libertad y la humanidad;
"Convencidos de que libertad sin Socialismo es privilegio e injusticia y que
Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad;
"La Liga [para la Paz y la Libertad] con fuerza proclama la necesidad de una
radical reconstrucción económica y social, que tenga como objetivo la emancipación de
los trabajadores del yugo del capital y los terratenientes, una reconstrucción basada en
la más estricta justicia - ni justicia jurídica ni teológica ni metafísica, sino justicia
simplemente humana - basada en la ciencia positiva y en la libertad más amplia."
Organización de las Fuerzas productivas en reemplazo del Poder
Político. Es necesario suprimir completamente, en principio y de hecho, todo aquello
que llaman el poder político; pues, mientras que el poder político exista, habrá
gobernantes y gobernados, amos y esclavos, explotadores y explotados. Una vez
suprimido, el poder político debería ser substituido por la organización de las fuerzas
productivas y el servicio económico.
No obstante el enorme desarrollo de los estados modernos -un desarrollo que
en su fase última, de forma bastante lógica, reduce el Estado a una absurdidad-, se
hace evidente que los días del Estado y el principio Estatal están contados. Ya
podemos ver el advenimiento de la total emancipación de las masas trabajadoras y su
libre organización social, libre de la intervención gubernamental, formada por la
asociación económica de las personas y dejando de lado todas las viejas fronteras
Estatales y las distinciones nacionales, fundamentado ello sólo en el trabajo
productivo, el trabajo humanizado; poseyendo un interés común a pesar de su
diversidad.
El Ideal del Pueblo. Desde luego, este ideal aparece ante el pueblo
significando el fin de sus necesidades, el fin de la pobreza, y la satisfacción plena de
todos sus requerimientos materiales mediante el trabajo colectivo, igual y obligatorio
para todos, y luego, como el final de la dominación, y como la organización libre de las
vidas de las personas conforme a sus necesidades -no desde la cima hacia abajo, como
lo tenemos en el Estado, sino de abajo a arriba, una organización formada por el
pueblo mismo, independiente de gobiernos y parlamentos, una unión libre en
asociaciones de trabajadores agrícolas y de fábrica, en comunas, regiones, y naciones,
y finalmente, en el futuro más remoto; la hermandad humana universal, que triunfa
por sobre las ruinas de todos los Estados.
El Programa de una Sociedad Libre. Fuera del sistema Mazziniano que es el
sistema de la república en forma de un Estado, no hay ningún otro sistema sino el de
la república como una comuna, la república como una federación, una república
genuinamente socialista y popular -el sistema del Anarquismo. Esta es la política de la
Revolución Social, que apunta a la abolición del Estado, y la económica, que libera
totalmente las organizaciones de la gente, una organización de abajo hacia arriba,
mediante una federación.
... No habrá ninguna posibilidad de la existencia de un gobierno político, ya que
este gobierno será transformado en una administración simple de asuntos comunes.
Nuestro programa puede ser resumido en unas pocas palabras:
Paz, emancipación, y la felicidad de los oprimidos.
Guerra contra todos los déspotas y opresores.
Restitución total a los trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los
instrumentos de trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los
que la cultivan con sus propias manos.
Libertad, justicia y fraternidad con respecto a todos los seres humanos sobre la
tierra.
Igualdad para todos.
A todos, sin distinción alguna, todos los medios de desarrollo y educación, e
iguales posibilidades de vida mientras trabajan.
La organización de una sociedad mediante una federación libre, desde abajo
hacia arriba, de asociaciones de trabajadores, tanto industriales como asociaciones
agrícolas, científicas y literarias - primero en una comuna, luego una federación de
comunas en regiones, de regiones en naciones, y de naciones en la asociación fraternal
internacional
Táctica Correcta Durante una Revolución. En una revolución social, en todo
opuesta diametralmente a una revolución política, los individuos apenas y cuentan,
mientras que la acción espontánea de las masas lo es todo. Todo lo que los individuos
pueden hacer es clarificar, propagar, y desarrollar las ideas que corresponden al
instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a
la organización revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más que eso;
el resto sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la
dictadura política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades,
y de todas las opresiones estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque
lógica al restablecimiento de la esclavitud política, económica y social de las masas
populares.
Como todos los socialistas sinceros, y en general como todos los trabajadores
nacidos y crecidos entre el pueblo, Varlin y sus amigos compartieron en grado sumo
este prejuicio perfectamente legítimo contra la iniciativa procedente de individuos
aislados, contra el dominio ejercido por individuos superiores; siendo sobre todo
coherentes, extendieron el mismo prejuicio y la misma desconfianza a sus propias
personas.
La Revolución por Decretos está Condenada al Fracaso. Frente a las ideas
de los comunistas autoritarios -ideas falaces, en mi opinión- de que la Revolución
Social puede ser decretada y organizada por medio de una dictadura o de una
Asamblea Constituyente, nuestros amigos, los socialistas parisinos, sostienen que la
revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a través de la
acción masiva continua y espontánea de grupos y asociaciones populares.
Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razón. Porque, en realidad, no hay cerebro,
por muy genial que sea, o -si hablamos de la dictadura colectiva de algunos
centenares de individualidades supremamente dotadas no hay combinación de
intelectos capaz de abarcar toda la infinita multiplicidad y diversidad de intereses,
aspiraciones, deseos y necesidades reales que Constituyen en su totalidad la voluntad
colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una organización social que
pueda satisfacer a todos y cada uno.
Tal organización será siempre un lecho de Procusto en el que la violencia, más o
menos sancionada por el Estado forzaría a la desdichada sociedad. Pero este es un
viejo sistema de organización, basado sobre la fuerza, que la Revolución Social
suprimirá para dar plena libertad a las masas, los grupos, Comunas, asociaciones e
individualidades, destruyendo de una vez por todas la causa histórica de toda
violencia: la misma existencia del Estado cuya caída supondrá la destrucción de todas
las iniquidades del derecho jurídico y de todas las falsedades de los diversos cultos -
derechos y cultos que han sido siempre, los canonizadores complacientes, tanto en el
terreno ideal como en el real, de toda la violencia representada, garantizada y
autorizada por el Estado.
Es evidente que sólo cuando el Estado haya dejado de existir, la humanidad obtendrá
su libertad, y que sólo entonces encontrarán su auténtica satisfacción los verdaderos
intereses de la sociedad, de todos los grupos, de todas las organizaciones locales y, en
consecuencia, de todos los individuos que forman tales organizaciones.
La Libre Organización Seguirá a la Abolición del Estado. La abolición del
Estado y de la Iglesia debe ser la condición primera e indispensable para la
emancipación efectiva de la sociedad. Sólo después la sociedad podrá y deberá
empezar su propia reorganización que, sin embargo, no debe efectuarse de arriba
abajo, ni de acuerdo con algún plan ideal proyectado por unos pocos sabios o filósofos,
ni mediante decretos promulgados por algún poder dictatorial, o incluso por una
Asamblea Nacional u elegida por sufragio universal. Tal sistema, como ya se ha dicho,
llevaría inevitablemente a la formación de una aristocracia gubernamental, es decir, a
una clase de personas que nada tiene en común con las masas del pueblo; y esta clase
volvería con toda certeza a explotar y someter a las masas bajo el pretexto del
bienestar común o de la salvación del Estado.
La Libertad debe ir de la Mano con la Igualdad. Soy un partidario
convencido de la igualdad económica y social porque sé que, sin esta igualdad, la
libertad, la justicia, la dignidad humana, la moral y el bienestar de los individuos, como
también la prosperidad de las naciones, no son sino otras tantas falsedades. Pero como
soy al mismo tiempo un partidario de la libertad, primera condición de la humanidad,
creo que la igualdad debería establecerse en el mundo por la organización espontánea
del trabajo y la propiedad colectiva, por la libre organización de las asociaciones de
productores en comunas y la libre federación de las comunas -pero de ningún modo
mediante la acción suprema y tutelar dcl Estado.
La Diferencia entre los Revolucionarios Autoritarios y Libertarios. Este
punto separa fundamentalmente a los colectivistas o socialistas revolucionarios de los
comunistas autoritarios, partidarios de la absoluta iniciativa del Estado. La meta de
ambos partidos es idéntica: ambos partidos desean la creación de un nuevo orden
social basado exclusivamente sobre el trabajo colectivo en condiciones económicas
iguales para todos -es decir, en condiciones de propiedad colectiva de los medios de
producción.
Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el desarrollo y la
organización del poder político de las clases trabajadoras, encabezadas por el
proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgués; mientras los socialistas
revolucionarios, enemigos de toda alianza ambigua, creen que este objetivo común no
puede lograrse a través de la organización política sino mediante la organización social
(y, por tanto, antipolítica) y el poder de las masas trabajadoras de las ciudades y los
pueblos, incluyendo además a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a
las clases altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente
al proletariado aceptando su programa.
Los Métodos de los Comunistas y los Anarquistas. De ahí la existencia de
dos métodos diferentes. Los comunistas creen que es necesario organizar las fuerzas
de los trabajadores para tomar posesión del poder político estatal. Los socialistas
revolucionarios las organizan con vistas a destruir, o si preferís una expresión más
refinada, a liquidar el Estado. Los comunistas son partidarios del principio
y la práctica de la autoridad, mientras los socialistas revolucionarios sólo ponen su fe
en la libertad. Ambos son partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la
superstición y ocupar el lugar de la fe; pero los primeros quieren imponer la ciencia al
pueblo, en tanto que los colectivistas revolucionarios intentan difundir la ciencia y el
conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos de la sociedad humana,
una vez convencidos por la propaganda, puedan organizarse y combinarse,
espontáneamente, en federaciones, de acuerdo con sus tendencias naturales y sus
intereses reales, pero nunca de acuerdo con un plan trazado previamente e impuesto a
las masas ignorantes por algunas inteligencias "superiores".
Los Socialistas revolucionarios creen que existe mucha más razón práctica e
inteligencia en las aspiraciones instintivas y las necesidades reales de las masas
populares que en las profundas inteligencias de todos esos instruidos doctores y
tutores autodesignados de la humanidad, quienes teniendo ante sus ojos los ejemplos
lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la humanidad, intentan
todavía seguir trabajando en la misma dirección. Pero los socialistas revolucionarios
creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar durante largo tiempo,
demasiado largo, y que la raíz de sus desgracias no reside en esta o en aquella forma
de gobierno, sino en el principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere
su naturaleza.
Es esta diferencia de opinión, que ya se ha hecho histórica, la vigente en la
actualidad entre el comunismo científico, desarrollado por la escuela alemana y
aceptado parcialmente por los socialistas americanos e ingleses, y el proudhonismo,
desarrollado extensamente y llevado a sus últimas conclusiones y aceptado hoy por el
proletariado de los países latinos. El socialismo revolucionario ha hecho su primera
aparición brillante y práctica en la Comuna de París.
En la bandera pangermánica está escrito: Conservación y fortalecimiento del
Estado a cualquier precio. Por el contrario, en nuestra bandera, la bandera socialistarevolucionaria,
está grabada con letras orgullosas y Sangrientas: la destrucción de
todos los Estados, la aniquilación de la civilización burguesa, la organización libre y
espontánea de abajo arriba por medio de las asociaciones libres, la organización de la
chusma incontrolada de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la creación
de un nuevo mundo universalmente humano.
Antes de crear o más bien antes de ayudar al pueblo a crear esta nueva
organización es necesario conseguir una victoria. Es necesario derrocar lo que es para
poder establecer lo que debe ser...
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