Una
obra de un minuto, 1990
ESCENARIO EN PENUMBRAS. Acto
seguido un reflector ilumina un globo de papel maché que gira sobre sí mismo en
el medio de la oscuridad. Poco a poco, las luces del escenario SE ENCIENDEN y
podemos ver una desnuda representación de una sala de estar: una silla común y
corriente junto a una mesa (hay una botella de cerveza abierta sobre esa mesa)
y un televisor al otro lado del cuarto. Hay un refrigerador de picnic lleno de
cerveza bajo la mesa, además de cierta cantidad de botellas vacías. DIOS la
está pasando en grande. Se advierte una puerta a la izquierda del
escenario.
DIOS —un tipo corpulento de
barba blanca— está sentado en la silla, leyendo un libro (Cuando las cosas
malas le suceden a las personas buenas) y mirando la pantalla
alternadamente. Cada vez que quiere mirar la tele tiene que estirar el cuello
porque el globo flotante (que imagino que en realidad cuelga de un hilo) se
encuentra justo en la línea de su visión. Por la tele están pasando una
comedia. De vez en cuando DIOS se ríe entre dientes junto a las risas
grabadas.
Suena un golpe en la
puerta.
DIOS (con la voz
bien amplificada):
¡Adelante! ¡Pase,
pase que está abierto!
La puerta se abre. SAN PEDRO
entra en escena, vestido con una moderna túnica blanca. Además está llevando un
maletín.
DIOS:
¡Pedro! ¡Creí que
estabas de vacaciones!
SAN PEDRO:
Salgo en una hora
y media, pero pensé en traerle los papeles para que los firme.
¿Y usted cómo se
encuentra, DIOS?
DIOS:
Mejor. Ahora sé
lo que es comer esos ajíes picantes. Me hacen salir fuego por ambos extremos.
¿Trajiste las cartas de las transmisiones del infierno?
SAN PEDRO:
Sí, por fin.
Gracias a DIOS. Si es que me disculpa el juego de palabras.
Saca algunos papeles de su
cartera. DIOS los examina y luego tiende una mano con impaciencia. SAN PEDRO se
había quedado observando el globo flotante. Luego vuelve la mirada, descubre
que DIOS lo está esperando, y le coloca una lapicera sobre la mano extendida.
DIOS garrapatea su firma. Mientras lo hace, SAN PEDRO vuelve a mirar fijamente
al globo.
SAN PEDRO:
¿De modo que la
Tierra sigue allí, eh? Después de todos estos años.
DIOS le devuelve los papeles
y la contempla. Luce bastante irritado.
DIOS:
Sí, la mujer de
la limpieza es la perra más olvidadiza del universo.
Una EXPLOSIÓN DE RISAS suena
en la televisión. DIOS estira el cuello para poder ver, pero es demasiado
tarde.
DIOS:
¡Maldición! ¿Ese
era Alan Alda?
SAN PEDRO:
Puede que haya
sido, señor; en realidad no logré verlo.
DIOS:
Yo tampoco.
Se inclina hacia adelante y
aplasta al globo flotante, reduciéndolo a polvo.
DIOS (inmensamente
satisfecho):
Bien. Hace
bastante tiempo que andaba con ganas de hacerlo. Ahora puedo ver la televisión
tranquilo.
SAN PEDRO observa con
tristeza los restos aplastados de la Tierra.
SAN PEDRO:
Umm... me temo
que ése era el mundo de Alan Alda, DIOS.
DIOS:
¿En serio?
(risitas en la televisión) ¡Robin Williams! ¡Yo
AMO a Robin Williams!
SAN PEDRO:
Me parece que
Alda y Williams se encontraban allí cuando... bueno... cuando usted pronunció
el Juicio Final, señor.
DIOS:
Oh, no hay
problema: tengo todos los vídeos. ¿Quieres una cerveza?
Cuando SAN PEDRO acepta una,
las luces del escenario comienzan a bajar de intensidad. Un reflector se
concentra sobre los restos del globo.
SAN PEDRO:
Realmente me caía
bien, DIOS; la Tierra, quiero decir.
DIOS:
No estaba tan
mal, pero hay más de esas por ahí. Y ahora... ¡Brindemos por tus
vacaciones!
Ambos no son más que dos
sombras en la penumbra, aunque DIOS es el más fácil de distinguir porque tiene
un débil halo de luz alrededor de su cabeza. Hacen entrechocar sus botellas. En
la tele suenan varias carcajadas.
DIOS:
¡Mira! ¡Es
Richard Pryor! ¡Ese tipo me mata! Aunque imagino que también estaba...
SAN PEDRO:
Ummm... así es,
señor.
DIOS:
Mierda. (Una
pausa). Tal vez fuera mejor que dejara de beber. (Otra pausa). Aunque de todas
formas... iba a terminar de esa manera.
La escena se funde en negro,
salvo por el reflector que ilumina las ruinas del globo flotante.
SAN PEDRO:
Sí señor.
DIOS (murmurando):
¿Mi hijo volvió,
no?
SAN PEDRO:
Así es señor,
hace ya algún tiempo.
DIOS:
Bueno. Entonces
está todo al pelo.
EL REFLECTOR SE APAGA.
(Nota del Autor: La
VOZ DE DIOS debe sonar tan alta como sea posible.)
King escribió
esta pequeña obra de teatro por motivos benéficos, y fue representada el 23 de
abril de 1990. El manuscrito original fue subastado luego de la función.
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