sábado, septiembre 21, 2013

REVOLUCIÓN por ENRIQUE LIHN


No toco la trompeta ni subo a la tribuna
De la revolución prefiero la necesidad de conversar
entre amigos
aunque sea por las razones más débiles
hasta diletando; y soy, como se ve, un pequeño
burgués no vergonzante
que ya en los años treinta y pico sospechaba
que detrás del amor a los pobres
de los sagrados corazones
se escondía una monstruosa duplicidad
y que en el cielo habría una puerta de
servicio
para hacer el reparto de las sobras entre los
mismos mendigos que se restregaban
aquí abajo contra los
flancos de la Iglesia en ese barrio uncioso pero de cuello y
corbata
frío de corazón ornamental
La revolución
es el nacimiento del espíritu critico y las
perplejidades que le duelen al
imago en los lugares en que se
ha completado para una tarea
por ahora incomprensible
y en nombre de la razón la cabeza vacila
y otras cabezas caen en un cesto
y uno se siente solitario y cruel
victima de las incalculables injusticias que
efectivamente no se hacen esperar
y empiezan a sumarse en el
horizonte de lo que era de rigor
llamar entonces la vida
y su famosa sonrisa.

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