miércoles, septiembre 11, 2013

MITOLOGIA A LA MUJER EMBARAZADA por PABLO DE ROKHA



A tu bosque de soles, a tu gran archipiélago de sangre clamante y Mancos, rojos, negros números, a tu drama de pájaros cósmicos, el material azul destino.

Desde mi angustia exacta, categórica, humana, enarbolando llaves de noche, como grandes palos de locura, en altas islas, en anchas olas, aterra dos. la especie saluda la especie, su dirección de esmeralda, de amarilla azucena, de horrorosa escritura, trabajando por adentro de sus túneles de rubíes resplandecientes, aquella tu belleza de flor madura, expresándose en rosales preponderantes, mi dulce amiga, desde mi angustia exacta, categó­rica. humana, en valores patético-dramáticos tallada, como un libro de piedra.

Son tus felices lunas de niña, resonando de grandes árboles, el paisaje de lilas tibias y la escolar casita, toda sola, en añiles cielos de moneda, tierras de oro, ríos de guitarra, estatuida; es la señorita de la ca­bellera enlutada, quien se recoge a tus entrañas; son los océanos y los anónimos laureles atlánticos, que imploran hecho y sueño en tu presencia de son ultramarino.

Naranjas de cristal social, tus colores de cárcel fragante, en cadena de leyenda formulada, decoran, y unos metales blancos dan sobra a tu cabeza tierna, entre sus frutos; el tiempo se detiene a lamerte con su actitud de perro deshojado; desde muy adentro de tu estirpe, canta el mundo la historia humana, encadenando pechos de tórtolas de fuego a aquella si­tuación pitagórica que se parece a una encima azul y sin tamaño: dos ríos de cosa inmóvil, por láminas de lágrimas constituidos, circulan tus sollozos de geografía; un Dios florido, como un número, pulsa tu ánimo, haciendo proverbios de países o de ciudades o de naciones de humo con los nome­olvides" humanos que deshoja tu cuotidiano; pie de pinares europeos; y un aroma a palabra entristecida emprende un vuelo boreal desde tus nidos.




Caballos de azabache galopan tu juventud ahora; tú vas montada, egregiamente, y tu idea! besa el estribo, contra los sonoros Crepúsculos y la paz guerrera del occidente; arde un verano de trigales durante tu mirada.

Echado a tus riberas, huelo a trigo, morena amiga, a buey asado en los desiertos, a piel mojada, a estrella aventurera entre esqueletos azotados: escribo al idólatra antiguo, así, preñada, asi, madura y redonda como un mundo; arden montañas grandes a tus pies, y una gran pelea de leones, con rugidos sacratísimos tu religión saluda, entre tus mares de gigantes, moviendo los soberbios sueños de la pequeña hembra con sonido volcánico de historia; tú y tu gato celeste ocupan todo el tiempo sin suceder: desde los lagos eternos te hablan las fuerzas altas, en anchas jerarquías definiéndose, poderosas y ataviadas de instinto.

Trabajados por años humanos, tienes la edad preciosa de lo infinito, niña, madre de dolores, y nuestro amor serio es tremendo de anarquía.

Soplan las formas tu hálito de llama santa hacia nosotros, como al azotar piedras la grandeza, como si nos opusiéramos a la tempestad matemá­tica con hecho eterno, como si todo nos desconociese, estando adentro echa­do, en actitud de mito que anhela arte y orden, furiosamente.

Apretados contra la nada, hacemos hijos llorando en la alegría tremenda.

Mi soledad te cuida como un perro un nido; tu actitud echa a volar un pájaro amarillo por el callejón del otoño y él retorna con las alitas hela­das; pero los leños arden de verdades; golpea las puertas el sol poniente con su bastón de canción tronchada y los troncos pálidos se conducen lo mismo que difuntos; una gran música de ánimas viene: agobian las hojas delirantes la flor de tu corazón y yo comprendo tu cabecita de poesía; es ahora la guerra de bronce enorme.

Un porvenir agrícola, sin embargo, difunde tu inocencia religiosa de espíritu y una dual laguna.

Estrellada como un cielo, tu cabeza, tan digna es, que canta: hija de Dios, la abeja asalariada te extrae miel del pecho y, jugo puro, tu claridad se defiende resplandeciendo; un musgo colosal de lunas muertas se te hizo ceniza divina.



. Y la gloria reposa en tu perfección de lágrima.

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