Desnudo y
despavorido,
todo
rojo, en la sombra tremenda, resonando y avanzando, contra las cosas
y las formas.
regresas a la nada, de donde viniste.
Un silencio de
tormenta, francamente como preñado y cuajado de la heroicidad insurreccional,
cubriendo los sindicatos, abatió la gran águila de la bandera roja,
y tu
agonía llenó de clamor a todos los obreros del orbe, arañando las masas
humanas,
haciendo bramar las
máquinas, como libres bestias,
paralizando
los tentáculos trágicos de las fábricas y las heladas plantas
hidráulicas,
como si se le
hubiese partido el corazón a la humanidad obrera, y tu puñado de cenizas
llenase de cal funeral todos los ámbitos, de mundo
a mundo.
¡Oh! escritor, hombre de clase, piedra
y fuego, criatura de basalto y de
quejido,
Alexis Maximovich
Pycshkoff,
desde
que caíste adentro de una mujer, y mamaste dolor en los pechos
maternos.
el destino se te
enroscó, como una culebra, a las visceras.
y,
muerto, eternamente muerto, en la gran agua morada, navegando hacia
el origen de todas
las sombras. Gorki —el Amargo—, una
inmensa gota de sudor, corre por la barba
de la vida.
Rebasando los desheredados, la antigua
hoja marchita de los ex hombres
y los vagabundos del Mar Negro.
tu estilo dió el sentido a la
insurrección proletaria.
alto y santo bolchevique, poeta del
explotado, ilusión de los desterrados y
los presidiarios sociales: ¡en qué
raudal de horror mundial bebiste tanta inmensa agua!; porque nada de lo humano
te era extraño, te era lejano e indiferente, he ahi que creciste, hinchado de
temporales violentos.
Ya te llorarán los
inmensos presos politicos, los flagelados
y los torturados por los esbirros, el humilde y el valiente, con toda la cara,
los
amarillos, los
negros, los mulatos, la sociedad comunista, desde todo lo hondo de la URSS,
resplandeciendo.
y las mesnadas
italianas y alemanas, enarbolando los puños cerrados, de todas las razas, en tu
homenaje, contra sus caudillos, contra sus corsarios, contra sus bandidos, "contra
el fascismo y la guerra".
Desde tu lengua, a
mucha altura e ímpetu,
clamaron los
desesperados, toda la historia de los hechos y los siglos y
los sueños.
y, ahora, las
anchas murallas del Kremlin te acunan:
no; vas. oliendo a
soledad, entre las multitudes insurrectas, muerto, entre
las muchedumbres
subversivas, soldado del Partido y gran aurora ensangrentada, tu pasión militar
de militante, energía y eufonía de la causa obrera, inicia la marcha de los
regimientos proletarios.
la marcha inmensa
de todos los tristes y todos "los pobres del mundo ", la marcha
eterna y soberbia, hacia el comando,
el grande avance
concreto, marxista. rotundo de los conquistadores sudorosos.
contra la bestia
fascista-capitalista, arrasando el imperialismo y los lacayos del imperialismo,
contra el bruto nacista, hijo del pueblo, honra del pueblo,
cien millones de pechos te llevan
adentro, como cimiento y estatua, amparándote contra el olvido.
La entonación
política ciñe tu anhelo.
aquella canción
lograda, sudando todos los oficios, todas las costumbres.
todos los empkos y humildes
artesanías, y fué recto y serio tu lenguaje campesino.
Corre tu muerte abierta, de aldea en
aldea,
porque tu voz,
atropellada y obscurecida por la verdad sepulcral de lo infinito, busca la boca
humana —niños, mujeres, viejos—. en donde echarse a llorar, como un pájaro
trágico y sin ventura, y tu ilusión está durmiendo en proyectos de tristeza;
pero la epopeya egregia te calienta
los helados huesos, amargos de desventura, y la mano sagrada de Lenin saluda,
en la inmortalidad, tu retorno.
Exprimiendo lo
humano de lo humano, hallaste lo divino, héroe a mártir, mito y signo del
hecho, en tempestad forjado.
tu realismo
comunista ". a grandeza relampaguea.
y un enigma de sol
relumbra y hace misterios en el vértice de tu espíritu.
como el recuerdo de
las primeras frutas;
es la ley de
errores y horrores, echada en la submemoria,
como un toro del dios de los herejes.
Y. aunque aquella
baba espesa del aristócrata y los amarillos asesinos del
imperialismo
gritaba en ti.
síntesis, buscando los brazos de tu dicterio,
tenias la dulzura
suficiente para sellar la medalla del sueño y del llanto.
al dominar el
veneno y el dinero.
dominando la
propiedad y su clan de terrores elementales; máquina de luz, deshecha y vencida.
entonces, irás a errar
con los huesos de los dedos, cargados de naranjas. En obsesión de andrajos y lamentos,
todos los heridos,
los desamparados, los congojosos, los enfermos, los siniestros. los objetos
del espía y el krumiro, el que no alojó jamás en dulces colchones.
junto a una mujer
desnuda, y no tuvo vestidos, ni tabaco, ni alcohol, ni
caballos,
en los crepúsculos, fué sirviente, y los malos esclavos lo abofetearon,
y los que murieron
en la horca del sicario, sonando y clamando, como
grandes campanas,
te saludan, Gorki,
siguiendo tu féretro,
siguiendo tu grito,
siguiendo tu canto y tu frente sudando, y crucificada
en las estrellas,
el horror que
empieza ya a inundar tu figura.
como si nunca
hubieses vivido y nunca amado y nunca llorado, Gorki. Un gran huracán te
desganchó, camarada,
te derrumbó, arrasándote, como los
altos castaños, a la orilla del océano, 0 a la montaña de las epopeyas.
Olor a multitud,
pasada a cuchillo, te circunda, y aquel ataúd de dios, abandonado en los
precipicios del idólatra, se te ofrece, como un barco, en la ansiedad de las
aguas eternas; de abismo en abismo, vas cayendo, ¡oh! solitario,
de cabeza, ¡oh!
desterrado, azotándote contra los muros que no existen; ¿quién detendrá tu
potro de fuego.
arrancado de la
historia humana, rebasando y superando su límite, más allá de la voluntad
social, desgarrándose?;
a grasa quemada en
tiendas de tribus aventureras, a puñal, a gran montura, a comida, a cuero, a
vasija, a licor animal, a crónica,
a sol y a camello,
y a gusano, huele tu grandeza de obscuro macho cabrio, compañero proletario, y
la Internacional flamea
adentro del drama
tremendo, que juega la materia con tus entrañas:
Esquilo y Satanás y
Dionysos, comen tu comida,
junto a claras
palomas de corazón indescriptible, y a justas y puras
canciones.
porque es el mundo
tu mundo, y se derrumba.
arrastrando
en la gran catástrofe histórica, techos de pueblos y verdades, como un
continente que desaparece, tiempo, mar, cielo abajo.
Entre sus ajos, el
cargador de Marsella te recuerda,
y los ferroviarios
y los marineros, desde Nueva York a Hong-Kong, te destinan su tabaco de
naufragios, los mineros, los petroleros, los caucheros, de sol a sol.
encadenados a la
lágrima.
suspiran tu nombre,
entre sus chiquillos y sus salarios, a la ribera de la flor
de sus mujeres.
y los artistas
revolucionarios montan guardia frente a tus restos mortales, mientras los
brazos obreros de Stalin te conducen, gloriosamente, a la
Plaza Roja.
llenando de soberbia las banderas.
El látigo de los amos
restalla en la tonada acumulada,
echando sangre y suerte, a la egregia
humareda de las
novelas,
tu canción popular
esculpe soldados y lacayos.
mártires, o
esclavos encanallados en el régimen del bruto, del miserable,
del siervo;
aun el verdugón del
mujik te avergüenza la miseria;
palanquero, pinche
de cocina, zapatero, mensajero, farolero del año lluvioso.
amasando burguesía
asesina y mercachifles sin leyenda.
atorrantes,
criminales, comerciantes, organilleros y aventureros, ladrones y
cabrones
apuñaleados, bramaba e iba creciendo la revolución en tus infiernos; la maldad burguesa
expresó su crimen de clase, negando la maldad humana. y "el hombre es
bueno" en tus relatos,
bueno
como el pan, como el agua, como el sol y el animal de las marinas islas,
contradiciendo al capitalismo, que crea malvados.
Por todo aquello,
emergen tus "poesías",
y. enormemente —collares
de dolores—. aúlla "la insurrección" en sus
entrañas,
como un buitre,
rugiendo por adentro.
escarbando y
sollozando hacia la justicia social y la dialéctica; es el marxista-leninista,
desarrollándose: sí, el comunismo le dió ámbito y fruto a tu persona, y
conociste tu sentido y tu destino.
como un rol
concreto, en la poesía infinita de los fenómenos.
Máximo, ¡oh!,
agrandado en la ausencia;
ejemplo de varones,
excelso y eterno ejemplar de mi oficio,
resplandor de
verdad, escrito en rubíes sangrientos,
atmósfera,
hipérbole, relámpago, torre y símbolo. leyenda, conciencia, novela
de la naturaleza,
como un cosmos, forjando, con barro
sagrado, su órbita.
La popularidad —su
enorme enredadera—
anidó en tus formidables campanarios
comunistas, la gran alondra, emigrando del infierno del fascismo, y hoy arrea,
de polo a polo, sus banderas de luto.
Sonando en los
espacios deshabitados,
tu espíritu raja la
nada y hacia la nada avanza, heroicamente, enarbolando la hoz y el martillo,
cerrado el puño
macabro de cadáver combatiente, en incognoscibles ejércitos, girando, girando
contra si mismo.
Alexis Maximovich
Pyeshkoff, Gorki.
"caído en actos del
servicio".
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