La voluntad socrática, ardiendo con
fuego aritmético, cuadrado y helado, regia aquel gran corazón sin entrañas.
Su horizonte
astronómico de las máquinas biológicas la precisión teniendo, y lo dramático y
lo dinámico, era del material relativo del infinito;
algo muy duro, como hecho, limitable
en volumen inminente, y cuya expresión cristalina buscaba las aguas.
Piedra y hierro besándose por amor
preciso y definitivo.
Amaba con el cerebro, a aquella
humanidad eterna de su laboratorio.
Un mapa sonoro atravesábale las
visceras, y el animal que habla y que llora, era un hecho, no era un sueño en
su estatura.
Y
anhelaba,
matemáticamente, lo armónico.
Su sentimiento era su pensamiento
pensando, y existir era su misterio.
Sin embargo, creía en la vida regida
por el hombre.
Huían los dioses hacia la
superestructura histórica, frente al puñal cerebral del materialismo y sus
métodos, como una gran bandada de navios;
la canalla
metafísica, hoy. en el instante de la verdad heroica y el enorme
cara a cara a la
existencia, el celeste crimen ahorca en el palo solar del oriente que adviene.
Primero el hombre, el hombre y su
dominio, la verdad-sociedad, generando la historia expresada y definida en
héroes, mañana, el arte gigante y sin clase, como mito.
Comer y procrear, certidumbres, flor
de la lira marxista, escalonándose en pirámides, canto del álgebra, poesía
comunista.
Expresando la razón
técnica, en la escala jerárquica de los valores, la conciencia específica,
intuye los fondos obscuros.
arrasa la causalidad temporal-espacial
y emerge su actitud, goteada de espanto, ortodoxa y estupenda de razonamientos,
y la pálida matemática.
Cabeza de libro. Marx, y un orden del
orden que canta, rimando su gramática, clavel de miel sociológica.
Bramaba la tonada de la plusvalía, el
poema de los cálculos matemáticos, y la belleza y la justicia económica, la
canción funeral, a la verdad burguesa; y el viento de fuego de los héroes,
azotando su esperanza, hacía flamear su ideal, como un pabellón rojo.
Lección de virtud científica, piedad
ecuménica, bondad astronómica, arrasando la compasión capitalista.
Presencia, energía, dureza, un metal
infantil, modelándose en grandes edades.
Dios sin leyenda.
Marx, la matemática
antimesiánica, el sol cuadrado y pensado del
entendimiento.
el instinto y su ley infinita y
aterida; y las pupilas ultravioletas, resonando...
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