domingo, septiembre 01, 2013

VIDAS por ARTHUR RIMBAUD


I
¡Oh las enormes avenidas del país santo, las terrazas del templo!
¿Qué le ha pasado al brahmán que me explicó los Proverbios?
¡Desde entonces, desde allí, siego viendo hasta a las
60
viejas! Me acuerdo de las olas de plata y de sol hacia los ríos,
con la mano del campo en el hombro, y nuestras caricias de pie
en las llanuras especiadas. — Un vuelo de palomos escarlata
atruena en torno a mi pensamiento. — Exiliado aquí, tuve escenario
en que interpretar las obras maestras dramáticas de todas
las literaturas. Podría señalaros las riquezas inauditas. Observo
la historia de los tesoros que vosotros encontrasteis.
¡Veo la continuación! Mi sabiduría se desdeña tanto como el
caos. ¿Qué es mi nada, al lado del estupor que os espera?
II
Soy un inventor cuyos méritos difieren en mucho de los de todos
aquellos que me precedieron; soy incluso un músico que
ha encontrado algo así como la clave del amor. Ahora, gentilhombre
de un campo agrio de cielo sobrio, trato de conmoverme
con el recuerdo de la infancia mendicante, del aprendizaje
o de la llegada en zuecos, de las polémicas, de las cinco o
seis viudeces, y algunas juergas en que mi terquedad no me
dejó subir al diapasón de los amigos. No echo de menos mi
antigua porción de alegría divina: el aire sobrio de este agrio
campo alimenta muy activamente mi atroz escepticismo. Pero
como este escepticismo ya no se puede llevar a la práctica, y
como, por otra parte, estoy consagrado a una zozobra nueva,
— espero convertirme en un loco muy malo.
III
En un granero donde me encerraron a los doce años conocí el
mundo, ilustré la comedia humana. En una bodega aprendí la
Historia. En alguna fiesta nocturna en una ciudad del Norte,
me tropecé con todas las mujeres de los antiguos pintores. En
un viejo pasadizo de París me enseñaron las ciencias clásicas.
En un magnífico alojamiento cercado por el Oriente entero
llevé a cabo mi inmensa obra y transcurrió mi ilustre retiro. He
fermentado mi sangre. Me dispensaron del deber. Ya no hace
falta ni pensar en ello. Soy realmente de ultratumba, y no
acepto encargos.

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