miércoles, septiembre 04, 2013

EN TORNO A LA LIBERTAD ARTÍSTICA por CESAR VALLEJO


 
-  Protesto, -me decía un poeta “au dessus de la melée”- de que el artista y el escritor 
se  sometan  al  yugo  de  ningún  gobierno  ni  clase  social,  así  sean  estos  el  partido 
soviético y  la clase proletaria. El artista y el escritor no tienen nada que ver con la 
política de partidos y de clases y deben trabajar en su arte, dentro de una libertad y 
una independencia absolutas. 
-  - ¿Cree usted –le argumenté- que ha habido en la historia escritores y artistas libres e 
independientes desde este punto de vista? 
-  Naturalmente.  Hoy  mismo,  ahí  tenemos  a  Bernard  Shaw,  Stravinsky,  Picasso, 
Chaplín. 
-  ¿Sí? ¿Libres de qué? ¿Independientes de qué? 
-  De la política de Chamberlain, de Stalin, de Chautemps, de Roosevelt. 
-  Alto  ahí.  Entendámonos.  Póngase  el  caso  de  que  un  día  Picasso  pinte  un  Laval 
cubista,  haciendo  sablear  por  la  policía  de  Lille  a  los  tejedores  franceses,  porque 
reclaman un aumento de salarios. ¿Qué ocurriría? Ocurriría esto: en primer lugar, ni 
M. Rosenberg  “marchand”  de Picasso-  ni  ningún  otro  “marchand  de  tableaux”  de 
París  querría  exponer  ese  lienzo  al  público  en  su  galerías;  en  segundo  lugar,  al 
público de la rue de la Boétie –público “chic”, “le tout París cultivé et riche”, capaz 
de comprar los cuadros carísimos de Picasso- se  indignaría y hallaría el tema hasta 
el desarrollo artístico del  lienzo, “droles”, de mal gusto,  truculentos y, por  último, 
enojosos, cuando no “pas interessants” (¡y ya sabemos por qué!); en tercer lugar, la 
crítica de “Le Temps”, de “Le Figaro”, de “Paris Midi”, etc..., pondrían el grito en el 
cielo; y, en cuarto lugar, la policía secreta del famoso M. Chiappe visitaría una tarde 
a Picasso y  le haría una notificación, por cierto, no muy agradable. Total, el pintor 
perdería  en  su  prestigio  y,  consiguientemente,  en  su  cartera,  aparte  de  quedar 
sometido a una vigilancia sorda y alevosa, que puede terminar con el artista en Irún. 
¿En  qué  quedo  la  libertad  del  pintor? Y  conste  que  el  tema  del  cuadro  no  sería 
invención de Picasso,  sino tomado de  la  realidad de  lo  sucedido en  Julio de 1930, 
cuando Laval era Ministro de Trabajo. Y conste, en fin, que las tragedias y –más si 
son sociales- contienen sugestiones artísticas de primera categoría. 
-  Pero, precisamente –me decía un poco vencido, el poeta “au dessus de la melée”- el 
artista  no  debe  meterse  en  temas  políticos.  Picasso  no  pintará  nunca  un  cuadro 
semejante y, así, no le acontecerá jamás lo que usted dice... 
-  Claro,  Desde  luego.  Picasso  y  los  demás  artistas  “libres”  no  se meten  en  temas 
políticos por eso: para que no les suceda nada. Desconocen la frase de Zola: “Yo no 
puedo callar, porque no quiero ser cómplice”. Es muy cómodo ver los toros de lejos. 
¿Qué  importa  que  esos  temas  tengan,  por  sí  mismos,  una  grandeza  temática 
extraordinaria? Pero de meterse en ellos, adiós “libertad”. 
-  Pero  Picasso,  como  otros  grandes  artistas,  está  lejos  de  hacerlo  por  cobardía  y 
egoísmo... 
-  Ya,  ya...Se  trata de un egoísmo  inconsciente  y de una dependencia a  la  clase  y  al 
Estado Burgués, asimismo inconsciente. 
----- 
-  Supongamos  que  así  fuese.  Pero  de  ahí  a  someterse  con  plena  conciencia  a  un 
Estado y  a una clase  social, como  lo hacen, por desgracia,  los escritores y  artistas 
rusos, hay un abismo y no hay una comparación posible. 
-  De  acuerdo.  No  hay  comparación  posible.  Mientras  los  artistas  y  escritores 
burgueses  están  sometidos  a  los  Estados  y  clases  capitalistas  –basados  en  la 
explotación  de  la  mayoría  por  unos  cuantos  parásitos,  llamados  patrones,  en  la 
injusticia más  infame  y  en  contradicciones  crecientes, que  están precipitando  esos 
sistemas  en  la  descomposición  y  la  debacle  irremediable-  los  escritores  y  artistas 
bolcheviques  se  someten, espontánea,  racional  y  conscientemente  (usted mismo  lo 
ha  dicho)  a  la  dictadura  proletaria  y  a  la  clase obrera  y  campesina, que  lucha  por 
implantar en el mundo la igualdad económica y la justicia social y que lleva en sus 
entrañas  la  salud y  la  dicha de  la humanidad. Vosotros vais atados a un carro que 
está despeñándose al abismo y no tiene salvación; nosotros vamos atados a un carro 
que marcha hacia el porvenir. En cuanto a la libertad, -no absoluta como ustedes la 
conciben,  sino  relativa-  ella  alcanzará  su  máxima  expresión  en  la  sociedad 
socialista, creada, precisamente, por la revolución proletaria. 
 
El poeta “au dessus de la melée” se quedó viéndome. 
|            ---- 
“Ne  sacrifiez  pas  des  hommes  a  des  pierres  –afirma  Proust-  dont  la  beauté  vient 
justement  d’avoir  un  moment,  fixé  des  vérites  humaines”.  Le  temps  retrouvé. 
Conversation  du  temps  de  guerre  avee M. Charlus,  a  propos  d’une  église  que  les 
avions avaient détruite. 
 
 
EL ARTE REVOLUCIONARIO, ARTE DE MASAS Y FORMA ESPECIFICA 
DE LA LUCHA DE CLASES 
 
1.  En  el  actual  período  social  de  la  historia,  por  la  agudeza,  la  violencia  y  la 
profundidad que ofrece  la  lucha de clases, el espíritu  revolucionario congénito del 
artista  no  puede  eludir,  como  esencia  temática  de  sus  creaciones,  los  problemas 
sociales,  políticos y  económicos. Estos  problemas  se  plantean hoy con amplitud  y 
exasperación tales en el mundo entero, que penetran e invaden en forma irresistible, 
la vida y la conciencia del más solitario de los eremitas. La sensibilidad del artista, 
sensible por excelencia y por propia definición, no puede sustraerse a ellos. No está 
en nuestras manos  dejar  de  tomar  parte  en  el  conflicto,  de  uno  u  otro  lado  de  los 
combatientes. Decir, pues,  arte,  y más  aún  arte  revolucionario,  equivale  decir  arte 
clasista,  arte  de  lucha  de  clases.  Artista  revolucionario  en  arte,  implica  artista 
revolucionario en política, 
2.  ¿De qué  lado  se halla hoy el  frente  revolucionario en  la  lucha de clases? ¿En qué 
clase social están encarnados el movimiento, la idea y la fuerza revolucionaria de la 
historia? Supongo que nadie osará suponerlos encarnados en el frente capitalista, en 
la  clase  burguesa.  La  revolución  social  está  fecundándose  con  la  sangre  y  las 
batallas de la clase proletaria, y el frente que en la lucha de clases lo encarna, no es 
otro que el  frente bolchevique, vanguardia de  las masas  trabajadoras. El puesto de 
combate del artista revolucionario está, por consiguiente, en las filas proletarias, en 
los rangos bolcheviques, entre las masas laboriosas. 
3.  Siendo el arte revolucionario, forma específica de la lucha de clases y arte de masas, 
¿cuáles deben ser el punto de partida, la forma, el contenido y los fines sociales de 
la obra de arte? 
a.  El punto de partida de  la obra de arte  revolucionaria deben constituirlo  las 
posiciones  estratégicas  y  tácitas  que,  en  el  decurso  de  la  lucha  de  clases, 
tome  según  los  trances  y  virajes  que  impongan  las  circunstancias  de  cada 
momento, la clase proletaria mundial. O en otros términos: la obra de arte ha 
de situarse siempre en la más reciente peripecia de la lucha, y debe partir de 
las  necesidades  e  intereses  del  día  de  esta  lucha. De  aquí  que  el  artista  o 
escritor  debe  seguir  íntimamente  y  de  cerca  las  directivas  y  consignas  del 
Partido Comunista y estar al tanto, hora por hora, de los acontecimientos. 
b.  La  forma  del  arte  revolucionario  debe  ser  la  más  directa,  simple  y 
descarnada  posible.  Un  realismo  implacable.  Elaboración  mínima.  La 
emoción  ha  de  buscarse  por  el  camino más  corto  y  a quema  ropa. Arte  de 
primer  plano. Fobia a  la media  tinta y al matiz. Todo crudo, -ángulos y  no 
curvas, pero pesado, bárbaro, brutal como en las trincheras. 
c.  El  contenido  de  la  obra  de  arte  debe  ser  un  contenido  de masas. La  sorda 
aspiración, la turbulencia, el frenesí solidario, las flaquezas y los ímpetus, las 
luces  y  las  sombras  de  la  conciencia  clasista,  el  vaivén  de  los  individuos 
dentro  de  las  multitudes,  los  potenciales  frustrados  y  los  heroísmos,  los 
triunfos  y  las  vigilias,  los  pasos  y  las  caídas,  las  experiencias  y  las 
enseñanzas de cada jornada, en fin todas las formas, lagunas, faltas, aciertos 
y  vicios de  las masas  en  sus  luchas  revolucionarias. Al efecto es necesario 
crear  y  desenvolver  una  vasta  red  de  organismos  y  contactos  de  arte 
revolucionario  entre  los  rangos  proletarios,  como  son,  entre  otros  los 
corresponsales de  fábricas, corresponsales campesinos, el control obrero en 
las  secciones  nacionales  de  U.I.R.E.,  en  los  órganos  de  prensa  y  en  las 
editoriales  revolucionarias;  los  círculos  obreros  y  campesinos  de  lecturas, 
“Las camisa azules” teatrales, la crítica de las masas, los clubes obreros, las 
exposiciones del pequeño artesanado campesino y proletario,  las academias 
ambulantes, las brigadas de artistas y escritores en las organizaciones de los 
trabajadores, en las trincheras de las guerras civiles, etc, etc. 
d.  Los  fines  concretos  e  inmediatos  del  arte  revolucionario  varían  según  las 
necesidades cambiantes del momento. No hay que olvidar que el público de 
este arte es múltiple: la masa aún no radicalizada y que forma en las filas del 
fascismo  o  del  anarco-sindicalismo  y  hasta  de  los  partidos  de  izquierda 
burgueses;  la  masa  sin  conciencia  clasista,  la  masa  ya  radicalizada  y 
bolchevique y, por  último,  la pequeña burguesía y  la propia alta burguesía. 
Una  táctica  fina, hábil, aguda y dúctil hay que observar en este  terreno, ya 
que el objetivo práctico de la obra artística o literaria depende de los medios 
que  se  empleen  para  cada  público  y  según  las  necesidades  del  instante. 
Tratándose por ejemplo de  la burguesía en general, el  fin revolucionario  se 
realiza atacando a muerte o persuadiendo. “Los compañeros de ruta” –de que 
habla Romain Rolland- no se pueden suscitar ni atraer sino en un terreno de 
franca  cordialidad. Y  ya  sabemos  los grandes  servicios que  estos  artistas  e 
intelectuales  liberales  o  simpatizantes  de  la  causa  proletaria,  aportan  al 
movimiento  revolucionario,  cuando,  como  en  muchos  casos,  no  acaban 
radicalizándose  y  hasta  proletarizándose.  Sanemos  por  último  que  los 
miembros  de  la  “Unión  Internacional  de  Escritores  Revolucionarios”  la 
integran actualmente “les compagnons de route” 
 

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